Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

MENSAJE FINAL

XVIII FÒRUM “CRISTIANISME I MÓN D’AVUI”

Mística y acción profética en el siglo XXI

Estos días del Fòrum hemos constatado nuevamente las entrañas de impiedad del siste-ma económico que rige nuestro mundo y la sociedad que ha ido configurando. Éstas son algunas de sus manifestaciones:

Un mundo sin hogar, que excluye la inmensa mayoría de sus habitantes, donde las dos terceras partes de la humanidad no pueden tener nada, los trabajadores quedan reduci-dos a mano de obra esclava con contratos de miseria, los inmigrantes son abandonados a su suerte con derechos que no llegan ni a mantenerles con vida.

Una sociedad marcada por los fundamentalismos, sobre todo por el del mercado, que es la madre de todo el resto, incluido los fundamentalismos religiosos.

Un sistema que sólo se mueve por el beneficio y el interés propio, destruye la naturale-za, arrebata a los pueblos sus fuentes de riqueza e impone su ideología cultural por me-dio de una potente presión mediática y económica, que pretende integrarnos a todos y acomodarnos a sus principios.

En un mundo así y en esta sociedad, Dios sale a nuestro encuentro y nos habla directa-mente al corazón, mostrándonos sus entrañas misericordiosas de buen Padre-maternal de todos los seres humanos. Tener la suerte de habernos encontrado con Él en medio de tantos desgarramientos y lamentaciones, nos lleva a abrirnos a su amor y a vivirlo. Es entonces cuando recuperamos las entrañas compasivas de hijos y hijas y la condición de hermanos y hermanas. Él nos capacita para oir su voz que nos solicita que le echemos una mano en la marcha de la evolución creadora y de la liberación histórica. Sólo quien se comporta como hermano de todos y hace posible la vida de todos es, verdaderamente, hijo o hija de Dios. Sólo estas personas son mujeres y hombres místicos.

Conscientes de que la Iglesia está en el mundo para ser signo de liberación y de espe-ranza, y fortalecida nuestra opción samaritana por la atención prestada a los signos de los tiempos y por el reencuentro con el Dios de la vida, nos comprometemos a:

* Ser profetas situándonos crítica y activamente frente al sistema neoliberal para no de-jarnos integrar en él, sino para transformarlo en bien de todas las personas, sin excep-ción.

* Estar siempre al lado de los pobres y de los excluidos, uniéndonos a aquellos que traba-jan para que “otro mundo sea posible”, un mundo donde habiten la justicia, la paz y el derecho.

* Trabajar para que nuestras comunidades cristianas estén presentes en la sociedad como referentes de salvación y servicio, haciendo realidad la hermandad universal a través de la caridad organizada, la denuncia profética y la austeridad solidaria.
Con este espíritu deseamos que el viaje a Valencia del Papa Benedicto XVI, obispo de Roma que tiene la misión de presidir en la caridad la solicitud por todas las iglesias, sea una visita fraternal y que nadie se aproveche de ella por intereses que desvirtúan su ver-dadero sentido. La sobriedad solidaria con los pobres debería templar la desmesura en las estructuras y gastos económicos y el estilo grandilocuente y jerárquicamente pira-midal de los actos programados. Desde la opción preferente por los pobres, opción que debe ser de toda la Iglesia, apostamos porque los viajes papales se realicen de una ma-nera más sencilla y ecuménica y que, desde la misma base eclesial, como pedía Juan Pablo II en la encíclica “UT unum sint”, se ayude al mismo Papa a ejercer evangélica-mente el servicio de Pedro. Solamente así no seremos nunca motivo de escándalo.

* Defender y respetar las identidades específicas de los pueblos y culturas, comenzando por las de nuestro País Valenciano, y trabajar porque la pluralidad étnica, cultural, lin-güística y religiosa sirva para una convivencia pacífica y un enriquecimiento personal y colectivo.

* Dar apoyo a redes sociales y políticas de participación ciudadana real, que favorezcan la integración de todas las personas y rompan los círculos de privilegio y exclusión.

* Potenciar un modelo de crecimiento sostenible que respete y cuide el medio ambiente, globalice el bienestar y el desarrollo, reduzca nuestro consumo insolidario y fomente una auténtica redistribución de los bienes para que todo el mundo pueda vivir con dig-nidad.

* Cultivar los valores de la estima, la ternura y la compasión, que nos hagan ser el cora-zón de Dios en medio del mundo.

* Aceptar las repercusiones personales negativas de nuestra opción samaritana, sabedores de que dispondremos siempre de la fuerza del Señor Resucitado.

A Él la gloria por siempre.

Valencia, 26 de febrero de 2006.