Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Navidad o los tres nacimientos

17-Diciembre-2007    Jaume Patuel
    El autor, psicopedagogo y psicoanalista, ya ha participó una vez en ATRIO presentándonos el libro “La espiritualidad después de las religiones” que él había coordinado. Agradecemos su nueva colaboración con esta reflexión sobre la Navidad-Nacimiento

¡Feliz Natalicio o Feliz Navidad! ¡Feliz día del nacimiento!

Navidad, nacido. Día del natalicio. Siempre se recuerda el día del nacimiento biológico. ¿Todo se acaba, pero, con este nacimiento o celebración? Ciertamente que no. A lo largo de la vida hay también otros nacimientos tan importantes o más que el biológico aunque sin éste no hay ninguno más. Este es el soporte.

El libro de la “Buena Nueva”, el Evangelio, nos habla de la liberación anunciada por un gran maestro espiritual, Jesús. Liberación de las dificultades, de los vínculos interiores humanos que no permiten que el ser humano devenga un ser libre interiormente. Libertad más que tener o de hacer, es, sobre todo, de ser.

Este libro nos habla del nacimiento de un infante, perdido allá en una cueva donde los más ignorados o marginados de la ciudad, los pastores, son los primeros que va a recibirlo. Están desnudos o libres de muchos vínculos: poder, codicia, sumisión, libertinaje que la otra gente, la llamada civilizada que está muy atada o sometida a ellos.

Además, en el mismo libro, en un otro lugar, nos habla de un nacimiento al Espíritu si se quiere llegar a la plenitud. No es un retorno al si materno, que es imposible, sino un renacer al Espíritu. Renacer a una dimensión humana más profunda. Una dimensión de unidad con la Totalidad, la Realidad Originaria.

Pues bien, en este artículo quisiera hablar de otro nacimiento para que el ser humano pueda también ser libre y prepararse para poder ir a su propia profundidad, a su propia esencia. Para ello es preciso realizar un nacimiento psíquico que facilita en lugar de dificultar el camino hacia el Espíritu.

Por lo tanto, hablando de nacimientos, tengo que hablar de tres.

En efecto, para nacer hemos de cortar tres cordones umbilicales. Sí, tres para poder nacer a la corporalidad, a la relación y al amor. Todos estos tres nacimientos son caminos para la liberación, que es el anuncio de esta nueva buena noticia. Anuncio universal. Nueva porque no hay diferencias ni de raza, ni sexo ni clase social ni religión.

El primer cordón es un corte fisiológico. Es la separación física de la madre, que también representa al padre. Si no hay corte fisiológico, la vida peligra, es decir, o se corta o se muere. Para vivir debe haber una ruptura radical a nivel de corporalidad.

Por esto, esta corporalidad, cortada, puede tener otros padres diferentes de los biológicos para tener cuidado del infante, vestirlo, son los padres adoptivos. La posibilidad de adopción ya que la vida emocional es otra dimensión diferente.

El segundo cordón umbilical para nacer a otra dimensión relacional, a un segundo nacimiento, es cortar el cordón umbilical emocional. El vínculo con la madre. Esta relación diádica: madre-hijo/a, como si fuese una sola unidad o realidad emocional aunque estén separados corporalmente. Dicho de otra forma, esta relación de imago paternal/maternal con hija/hijo. Cuánta dependencia de los padres emocionales. No hay autonomía emocional. Una relación de dependencia siempre infantilizada. O el vínculo de sumisión con otras personas. Y ese segundo nacimiento, este segundo corte, da paso a la autonomía afectiva, emocional, de relación con los demás. La alteridad.

El tercer cordón umbilical, para poder nacer a otra dimensión, es cortar el cordón del pensamiento, el cordón cognitivo. No pensar según los padres, la sociedad, la cultura. Superar el cuerpo de creencias dado, impuesto o importado interiormente. El cordón umbilical cognitivo. Ir más allá de la razón instrumental o lógica formal; incluso de la cultura constituida. Más allá de los sistemas de creencias, religiosos, políticos o humanísticos.

Este tercer corte de cordón da entrada al mundo del Espíritu. A un nivel profundo de cualidad humana. La específicamente humana. Este nuevo nacimiento, el tercero, da paso o entrada a la vida profunda. El contacto con la propia esencia. Saborear la Realidad Originaria. Ser consciente en vivir la Vida de la vida.

El gran poder del ahora no viene del ahora donde se encuentran inmersos la corporalidad y la psique, integrando las coordenadas de espacio y tiempo, sino de un ahora que está más allá de estas coordenadas, que es el ahora del Espíritu, fruto del tercer nacimiento.

Sin este tercer corte cordonal no hay autonomía de la vida espiritual, que es la mística. La mística es la capacidad de vivir la vida con plenitud y vacuidad. Una dialóguica humana, sana y necesaria a fin de evitar creerse dios o vivirse nada.

Por lo tanto, o realizamos estos tres cortes cordonales o permaneceremos insatisfechos. Tres nacimientos, pero, concomitantes. El primero es imprescindible para que los otros nos lleven a una libertad personal.

  • El primer nacimiento nos da la realidad material, tangible. La somática, la corporalidad.
  • El segundo nacimiento nos da la realidad inmaterial, intangible, observable en los efectos, pero real. La psíquica.
  • El tercer nacimiento nos da paso a la Realidad Originaria. Soporte y no causa de la vida. El Espíritu. Ni tangible ni observable, sino vivida. Por tanto real en el puro lenguaje del silencio.

Por eso las diferentes religiones, todas ellas caminos hacia la plenitud, pueden afirmar, por ejemplo, en palabras de Jesús: El camino interior es nacer de nuevo en el Espíritu. En el Vedanta es apoyarse en el Ser, vacío de toda calificación. Y según el místico Rumí, apoyarse en el ausente-presente. O la búsqueda en un mundo secular de respuesta a la situación humana, a la dimensión desconocida por tal de vivir la felicidad con las palabras Conócete a ti mismo para ser tú mismo que implica una cualidad nueva de vida, que es específicamente humana, pero gratuita

Cada tradición humana formula de forma diferente la realidad del sin Forma. Por eso cada uno tiene que poder llegar a formular la vivencia del sin Forma que impregna la vida: naciendo de nuevo.

¡FELIZ NAVIDAD! ¡FELIZ NACIMIENTO!

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