Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

¿A dónde estamos huyendo?

25-Enero-2008    Leonardo Boff

Una de las principales características del momento actual es la aceleración del tiempo. El espacio terrestre prácticamente lo hemos conquistado todo, pero el tiempo sigue siendo el gran desafío. ¿Podremos dominarlo?

La carrera contra él se da en todas las esferas, comenzando por el deporte. En cada Olimpiada se busca superar todos los tiempos anteriores, especialmente en la clásica carrera de los cien metros. Los automóviles deben ser cada vez más veloces, los aviones y las naves espaciales tienen que superar la velocidad de la generación anterior. En el agronegocio se utilizan abonos químicos de crecimiento para acortar el tiempo y aumentar el lucro. Internet es de altísima fluidez y sin cables, pues, para ganar tiempo, todo se hace vía satélite. La aceleración ha alcanzado especialmente a las bolsas. Cuanto más rápidamente se transfieren capitales de un mercado a otro, siguiendo los husos horarios, más se puede ganar. Como nunca antes «tiempo es dinero».

Lógicamente en todo ese proceso hay un elemento liberador, pues el tiempo fue en gran parte vivenciado como una servidumbre. No podemos detenerlo. Por otro lado produce un impacto sobre la naturaleza que tiene sus tempos y sus ciclos. El impacto no es menor sobre las mentes de las personas, que se sienten confundidas, particularmente las de más edad, que pierden los parámetros de orientación y de análisis de lo que está ocurriendo en el mundo y consigo mismas.

¿Vale la pena esta carrera imparable? ¿Hacia donde estamos huyendo?

¡Ay de aquellos que no se adaptan a los tiempos! En términos de trabajo son expulsados del mercado pues sus habilidades han quedado obsoletas. Los que no se actualizan, pierden el ritmo del tiempo, y son considerados precozmente envejecidos o simplemente atrasados. Lo cual puede ocurrir con países enteros que no incorporan los avances de la tecnociencia. Todos están obligados a modernizarse rápidamente y a ser países emergentes.

¿A donde nos llevará esta carrera contra el tiempo? El siempre nos gana pues no podemos congelarlo. Simplemente, pasa despacio, o acelerado, como en los grandes túneles de aceleración de partículas.

Pero es importante considerar que hay tiempos y tempos. El tiempo natural de crecimiento de un árbol gigante puede demorar 50 años. El tiempo tecnológico para derribarlo con la motosierra puede durar sólo 5 minutos. ¿Cuanto tiempo necesitamos para crecer en madurez, en sabiduría y para conquistar el propio corazón? A veces una vida entera de 80 años es demasiado corta. El tiempo interior no obedece al tiempo del reloj. Necesitamos tiempo para trabajar nuestros conflictos interiores, que, a veces, nos obligan a detenernos.

Una reflexión del maestro zen Chuang-Tzu, de hace 2.500 años, nos parece muy inspiradora. Cuenta que había una persona que se perturbaba tanto al contemplar su sombra y tan malhumorada con sus propias huellas que pensó que era mejor librarse ambas cosas. Utilizó el método de la fuga, tanto de una como de las otras. Se levantó y se puso a correr, pero siempre que ponía su pie en la tierra aparecía la huella, y la sombra lo seguía sin la menor dificultad.

Atribuyó su error a que no estaba corriendo como debía. Entonces se puso a correr velozmente y sin parar… hasta que cayó muerto. Su error, comenta el Maestro, fue no haberse dado cuenta de que sólo con pisar en un lugar sombrío su sombra habría desaparecido, y que si se hubiera quedado quieto, sus huellas ya no le seguirían.

¿No es eso lo que se impone hacer hoy? ¿Hacer una parada?

Ahí está el secreto de la felicidad y de la ansiada paz interior.

    [Traducción de mjg]

Haz hoy mismo tu APORTACIÓN (Pinchar aquí)

Escriba su comentario

Identificarse preferentemente con nombre y apellido(s). Se acepta un nick pero con dirección de e-mail válida.

Emplear un lenguaje correcto, respetar a los demás, centrarse en el tema y, en todo caso, aceptar las decisiones del moderador