Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

De mártir desconocido a patrono del disfrute del amor

14-Febrero-2008    José Arregi
    Al acabar este día de San Valentín nos llega esta carta de un nuevo colaborador habitual, José Arregi, que desde el Monasterio de Arantzazu observa el mundo siempre con alma franciscana. Bienvenido, hermano, a este lugar libre de encuentro que tanto necesita personas profundas y libres

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Hola, amig@s:
Los petirrojos y los herrerillos preferirían celebrar hoy San Valentín cantando al sol y volando, pero un fuerte vendaval azota el aire y las ramas de Arantzazu, y los pájaros han buscado refugio y no se les oye. Pero seguro que ya están celebrando San Valentín, pues es su tiempo y su naturaleza, bendición de Dios.
Dicen que el 15 de Febrero se celebraban en la antigua Roma las Lupercales, que eran la fiesta del amor y del sexo. A finales del s. V, el papa Gelasio -a pesar de su nombre y su oficio- pensó que era bueno que los cristianos siguieran celebrando el amor y el sexo, pues son cosas sagradas creadas por Dios, y puso a San Valentín como patrono del día. Y Valentín debió de sentirse feliz, pues pasó de ser un mártir desconocido a ser patrono protector de novios y de toda clase de personas que se quieren y disfrutan de su amor. Luego la fiesta se extendió a buena parte del mundo. Pero hace tiempo que la Iglesia dejó de ser su animadora, pues pensó que el amor y el eros -sobre todo el eros y el sexo- son cosas mundanales y a menudo licenciosas. Ya no figura en el calendario litúrgico el buen Valentín. Una pena para la Iglesia. Pero, como suele suceder, no tardó la Iglesia en tener a su vez sustituto. Las grandes empresas de flores y de chocolates y de toda clase de negocios pasaron esta vez a ser los santos promotores de la fiesta. Una pena también.

A pesar de ello, que no dejen de celebrar San Valentín todas las gentes que se quieren en cuerpo y alma (¿de qué otra forma se puede querer?). Y no necesitan para ello mucho más que lo que hoy necesitan los petirrojos, herrerillos y zarceros de Aránzazu. Y Dios los bendice.

Decía que el buen San Valentín empezó siendo desconocido y ha acabado siendo relegado del calendario litúrgico. En su lugar, la liturgia de hoy celebra a otros dos santos que tampoco desmerecen, aunque sus méritos sean muy diferentes a los de Valentín, pero de todo hace falta. Se trata de San Cirilo y San Metodio, dos hermanos griegos del s. IX que llevaron el evangelio a los países eslavos. Y fueron además los inventores del alfabeto cirílico hoy utilizado en ruso y en otras lenguas eslavas. Llevaron su fe a muchos países que tenían sus propias religiones. Llevaron la buena noticia de Jesús. Llevaron también su cultura a países que tenían su propia cultura, aunque tal vez no tuviesen un alfabeto para escribir. Llevaron el evangelio de la bienaventuranza y la esperanza de Dios a muchos pueblos de Europa que hoy llamamos cristianos. ¿Lo son de verdad? No depende tanto de las creencias que tengan, sino del respeto que muestren.

Hay una cosa que llama la atención y resulta sospechosa: muchos pueblos de Europa se empeñan hoy en imponer como condición a los inmigrantes acomodarse estrictamente a la cultura europea. Han de olvidar sus lenguas y costumbres. Por ejemplo, no pueden llevar un velo quienes así lo quieran. Algunos países querrían incluso obligarles a ser cristianos o al menos a adoptar la “cultura cristiana”. ¿Acaso es eso lo que hemos hecho los europeos cuando hemos sido inmigrantes en todo el mundo o cuando lo hemos conquistado? ¿Acaso no fueron también Cirilo y Metodio unos inmigrantes que anunciaron la buena noticia de Jesús en otros pueblos, y éstos se lo permitieron, y se le agradecieron? ¿Acaso no crearon una liturgia en lengua eslava que primero fue condenada por la Iglesia y luego reconocida y está aún vigente? ¿No es precisamente por la relación de unos y de otros como las culturas se han ido creando y siguen aún creándose? ¿No es el respeto mutuo entre los que estaban y los que llegan lo único que puede ser llamado evangelio de Jesús y de Dios? ¿No sería eso lo que nos enseñarían hoy Cirilo y Metodio, más bien que la religión de la única religión y cultura verdaderas?

Y creo que eso mismo nos enseñaría también San Valentín, eso sí, éste sin tanta filosofía y teología como Cirilo y Metodio.

Os deseo a tod@s feliz fiesta de San Valentín, y de los hermanos San Cirilo y San Metodio.

¡Paz y bien!

José Arregi

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