Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La divinidad de Jesús en Iglesia Viva

24-Marzo-2008    Atrio
    Iglesia Viva tiene acreditada, a lo largo de más de 40 años, fama de rigor de pensamiento junto a libertad crítica. En el último número, el 233, que está ya en su página Web y a punto de salir en papel, ha vuelto a dar prueba de ello, afrontando un tema de “teología de raza”, nada menos que La Divinidad de Jesús, tema que ha estado muy presente en ATRIO durante los últimos meses. Reproducimos la Presentación de este número, donde se hace referencia a sus artículos principales.

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Historia y actualidad del presente número

El Consejo de Dirección de Iglesia Viva planifica la publicación anual de sus números con bastante antelación. Es obvio que las cuestiones de pensamiento que nos ocupan requieren su tiempo de preparación y de gestación; especialmente si se trata de temas estrictamente teológicos y de actualidad, que requieren perfilar los contenidos y elegir los autores. Este último extremo no siempre es fácil por diversas razones que cualquiera puede comprender.

El presente número fue pensado y decidido en marzo de 2007; considerábamos que, de acuerdo con nuestra voluntad de dedicar uno de los cuatro anuales a un asunto teológico de fondo, la pregunta por la divinidad de Jesús y su condición de Salvador único y universal era un asunto candente y actual tanto en los debates de los especialistas, como en la preocupación de muchos agentes de pastoral y educadores de la fe, como en el interés de los laicos comprometidos. Es este, por tanto, un número que no ha sido pensado desde el oportunismo ni desde la beligerancia coyuntural.

Lo que no podíamos sospechar entonces es la propaganda que, sin buscarlo, se ha hecho del tema. La intemperancia y la ignorantia elenchi de que han hecho gala algunos responsables eclesiales, incluidos miembros de la jerarquía, ha constituido un toque de alerta para muchos miembros del pueblo de Dios, que se han sentido directamente afectados. Ellos piden una palabra libre, llena de prudencia, fortaleza y templanza, la cual, en el interior de la corriente viva de la tradición cristiana, busque responder a las preguntas que nos hacemos acerca de aquel profeta itinerante que, cansado de enredos clericales y de tanta discusión estéril sobre la ley y el culto, nos habló del Padre Dios que amaba a todos, principalmente a los más pobres, a los hombres y mujeres de rostro desfigurado por el dolor, la injusticia y la opresión, y nos contó su profunda experiencia de cercanía a ese Padre. De ese Jesús queremos hablar y de su incomprensible proximidad al misterio de Dios, que El nos transmitió.

Y ello lo hacemos con la responsabilidad y la libertad que nos compete en el interior de la comunión eclesial. Consideramos lamentable la intervención de algunos representantes de la jerarquía que, a veces por persona interpuesta, pretenden imponer autoritativamente criterios u orientaciones que corresponden a sus legítimas opiniones personales teológicas, pero no al acervo de la fe común y de la tradición viva. Incluso a veces resulta que tales pretensiones demuestran bastante desconocimiento de las cuestiones que se debaten. Nunca hemos pretendido que la voz de la teología sea la última y definitiva en la Iglesia: ello corresponde al carisma del ministerio de la comunión instituido por Cristo. Pero sí que debe existir una circularidad constante y armónica entre el sentido de la fe del pueblo de Dios, el carisma de la teología (que, no lo olvidemos, es también un carisma del Espíritu) y la función del ministerio de la autoridad. En este proceso debiera ser de ley el criterio enunciado por Pablo VI en la encíclica Ecclesiam suam:

    “¡Cuánto quisiéramos gozar en plenitud de fe, de caridad, de obras, de este diálogo doméstico [sc., en el interior de la Iglesia]! ¡Cuán intenso y familiar lo deseamos! ¡Cuán sensible a todas las verdades, a todas las virtudes, a todas las realidades de nuestro patrimonio doctrinal y espiritual! ¡Cuán sincero y conmovido en su genuina espiritualidad! ¡Cuán dispuesto a acoger las voces múltiples del mundo contemporáneo!” (n. 106).

Desde esta perspectiva dialogal hay que leer y entender el presente número.

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No hay duda de que la conciencia de una nueva situación del mundo que ha impulsado el diálogo interreligioso ha planteado a la fe cristiana y a la teología una cuestión de enorme gravedad, una cuestión que ha trastocado todo el edificio de la síntesis teológica. ¿Cómo se entiende –o, mejor, cómo se ha de entender– la afirmación, tan nítida desde los primeros balbuceos de la confesión de fe en Jesús, de que El es el único y universal Salvador (cf Hch 4, 12)?

Ante esta pregunta, Andrés TORRES QUEIRUGA hace un replanteamiento profundo con objeto de recuperar la confesión de fe en las nuevas coordenadas culturales. Siguiendo el surco de sus anteriores publicaciones, aplica las categorías originales de “pluralismo asimétrico” y de “teocentrismo jesuánico” para traducir su significado. Analizando con esprit de finesse ambas categorías, explicando de forma circunstanciada el sentido salvífico de la pluralidad religiosa así como la particularidad de la figura de Jesús en cuanto modo de presencia salvadora de Dios en el mundo, llega a la conclusión de que la reflexión teológica ha de reelaborar el papel central, único y universal de Cristo en la revelación y la salvación. El misterio profundo de Jesús nos remite al Padre y a su reinado. Esta referencia total a Dios, este modo único de su relación con El, es la pieza clave en el diálogo interreligioso que muestra cómo tal referencia funda y salva toda la realidad humana.

La colaboración de José Ignacio GONZÁLEZ FAUS, que es un complemento de su reciente libro “El rostro humano de Dios”, prolonga la reflexión de Andrés Torres Queiruga, preguntándose qué significan las religiones de la tierra para quienes creemos en la divinidad de Jesús. El lector podrá percibir cómo se armonizan ambas perspectivas en derredor de la cuestión clave: Jesús es el rostro humano en el que Dios se nos revela y entrega, pero Dios trasciende ese rostro. Este don humano nos regala todo aquello que podemos recibir de Dios. El cristocentrismo auténtico remite más allá de Jesús. Si a Dios solo se le conoce en Jesús, a este solo se le conoce en el seguimiento. Y el camino del seguimiento se nos explica en el relato de la vida y de la muerte de Jesús. En el encuentro de las religiones los seguidores de Jesús proponemos el reino de Dios como la meta que queremos llevar adelante en la historia. El autor dedica la parte final de su reflexión a la aportación del cristianismo al encuentro de las religiones, de forma que sea asumible por ellas sin afrentar al respeto que tienen al Dios sin rostro: es el amor cristiano lo que tenemos que llevar a aquel encuentro. El diálogo entre los creyentes de las diversas religiones es el diálogo del amor en nuestras vidas.

El artículo de Javier VITORIA reflexiona sobre la cuestión que dejan abierta los artículos anteriores: cómo hemos de entender y valorar hoy la afirmación dogmática de la divinidad de Jesucristo. Subrayamos decididamente su punto de partida y su fundamento. Esa actualización de la fe cristológica nace de la preocupación pastoral y misionera; sólo con este enfoque puede interesar y alcanzar fuerza de convicción para los hombres y mujeres de hoy, así como garantizar a la Iglesia un futuro en el diálogo entre la fe y la razón. El autor hace un serio intento para mostrar el significado y valor salvífico de la afirmación de la confesión de fe en la divinidad de Jesús, mostrando el origen y desarrollo de esta cuestión en el ámbito cultural y filosófico griego, así como la necesidad y la forma de seguir afirmando esa verdad de fe, aunque traduciéndola y mostrando su relevancia para la sociedad y la cultura actuales. La tercera parte del artículo muestra cómo es posible hoy mantener la fe en la divinidad de Jesús sin caer en la repetición mecánica de las palabras y ofreciendo a nuestros compañeros de camino una propuesta razonable. Queremos destacar la idea del autor de que Jesús no solo es el único Salvador, sino también nuestra salvación. Esta afirmación, subrayada con insistencia por J. Vitoria, requerirá una reflexión posterior para ahondar en su contenido y sus consecuencias para la praxis.

El bloque monográfico de los artículos incorpora esta vez una cuarta colaboración: se trata de una extensa recopilación bibliográfica comentada sobre la historia de Jesús. La realiza Xabier PIKAZA y completa y avanza sobre lo que ofrecimos en el número 210 de nuestra revista. Queremos llamar la atención de los lectores sobre la novedad que introduce el autor en su trabajo: una no pequeña indicación de recursos informáticos. Aparte de esto, recoge, en primer lugar, nueve títulos significativos aparecidos desde el citado número con sobrias indicaciones que guían al lector en su elección. Luego nos ofrece unas pistas en relación con algunas cuestiones de la historia de Jesús que han tenido gran repercusión mediática con publicaciones de cierto escándalo. Finalmente X. Pikaza destaca once temas de discusión que se han planteado en los últimos años, sobre cada uno de los cuales propone los títulos más significativos. Todo el artículo es un instrumento muy útil para el que quiera estar al tanto de la situación actual de la llamada “jesuología”.

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Continuando, sin haberlo programado así, la Conversación con… Ana María Schlutter del número anterior, Rafael DÍAZ-SALAZAR pregunta en este número a Juan CARRERO cómo integra el cultivo de la espiritualidad y el compromiso por la justicia en África. Y a dos teólogos moralistas de relieve, Juan R. FLECHA y Marciano VIDAL, les hemos planteado para el Debate esta cuestión clave: ¿Existen verdades morales cristianas reveladas? Continuamente se insiste ahora en que hay principios morales innegociables para un verdadero cristiano.

En Análisis Sociorreligioso el profesor Juan González-Anleo inicia una interesantísima reflexión sobre el catolicismo español que completará en el próximo número, donde tratará del destino de la diáspora postcatólica que analiza en este número. Y, finalmente, destacamos especialmente, en la sección Signos de los Tiempos, el concienzudo estudio de Joaquín PEREA, Presidente de Iglesia Viva, sobre un reciente documento de la Congregación para la Defensa de la Fe que significa un retroceso respecto a la apertura del Vaticano II al ecumenismo.

Con este número estrenamos nuevo diseño que quiere expresar nuestro renovado deseo de aggiormento en continuidad, con clara voluntad de futuro.

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