Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Revelación y misterio

08-Agosto-2008    Josemaría Sarrionandia
    Quien lleve tiempo frecuentando ATRIO estará acostumbrado toparse de vez en cuando con los comentarios de “Joxema”, quien une siempre la concisión del vasco con la perspicacia del porteño. Las mismas características tiene este articulillo que nos envía desde Buenos Aires sobre temas que otros discuten prolijamente en otros hilos, sobre todo en el apasionante Plenificación del hombre. Ojalá sirva este para un debate también profundo, pero caracterizado esta vez por la brevedad y agudeza de los comentarios.

La lógica, por medio de la razón, estructura las relaciones del pensamiento y del lenguaje, de las ideas, creencias y palabras. El origen de la lógica está en la percepción, en el hecho de que vivimos en el mundo y en el hecho de que somos parte de ese mismo mundo en el que vivimos.

Esta doble percepción, la de vivir en el mundo y la de ser parte del mundo en que vivimos, ya crea una primera distorsión lógica: somos y no somos el mundo en que vivimos! Razonando, es decir, abstrayéndonos de la realidad, nos articulamos como sujetos en cuanto distintos del mundo y como objetos en cuanto parte de ese mundo.

La percepción es de índole sensible: mundo de piel para fuera y “uno mismo” de piel para adentro. La percepción de sí mismo resulta una evidencia existencial. Las cosas del mundo las denominamos con palabras que la cultura nos ofrece ya elaboradas en el idioma, por ejemplo: casas, árboles, nubes, gatos, personas etc. etc.

Ahora bien las palabras son referentes de ideas o de relaciones ideales y las ideas no son sino abstracciones de sensaciones, en que la sensación juega como una fotografía de la que la idea toma un detalle y le da un nombre. El pensamiento es un constante crear mapas de ideas cuyo sentido o valor se expresa en el lenguaje.

En todo este proceso, creemos percibir la realidad con lo cual nos autoengañamos. Hay una sola realidad que percibimos y es nuestra propia existencia de la que no podemos hacernos idea justa porque es vivencia. El pensamiento, que es una facultad de la vida racional, crea imágenes abstractas de la realidad que paralizan la fluencia ezistencial de la realidad. El pensamiento, a su vez, es una vivencia que se aparta y se aleja de la vivencia existencial, creando imágenes esenciales en el mundo cultural de la lógica. La vida suele desarrollarse tan aferrada a la lógica que termina perdiendo el sentido diferenciativo de las esencias y de las existencias y, de ahí, el autoengaño.

La Realidad, en nuestra manera de ver y pensar, siendo Única está compuesta de infinidad de realidades, donde ya asoma la primera incoherencia lógica al confundir lo singular con lo plural y lo simple con lo compuesto. La lógica unifica lo múltiple, lo múltiple de las sensaciones en la unidad de la idea, el gusto de lo amargo es único a pesar de que los gustos de las cosas amargas sean múltiples.

Estas generalizaciones, referidas a las realidades son inadecuadas. La Realidad, nuclearmente Una, escapa a la percepción sensorial y a la significación ideal: es misterio!

Los misterios son revelados a las personas por vía existencial y querer entenderlos por comprensión racional es destruirlos. Los misterios son objetos de fe, los cuales en la vida, siendo objetivos, toman la forma de objetivos y en cuanto tales deben someterse a la revisión de la razón para que no cristalicen en formulaciones absurdas y contradictorias.

Es así que el misterio reviste calidad más fina de verdad que las evidencias que certifican las verdades racionales.

La fe es una decisión libre de cuya razonabilidad responde la razón. La fe cree en Dios y, consiguientemente, a Dios. Los contenidos de la fe son misterios, no absurdos. Si en la verificación racional de la fe aparece el absurdo, éste ha de ser eliminado: si aparece el misterio, éste ha de ser reconocido, como objeto de fe y no de razón.

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