Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Zen budismo en la vida y en el trabajo

18-Septiembre-2009    Leonardo Boff

El budismo zen puede significar una fuente inspiradora para el paradigma occidental en crisis así como para la vida cotidiana. Esto es así porque el zen no es una teoría o filosofía. Es una práctica de vida que se inscribe en la tradición de las grandes sabidurías de la humanidad. El zen puede ser vivido por las más diferentes personas, amas de casa, empresarios, personas religiosas de diferentes credos.

El centro para el zen budismo no está en la razón, tan importante para nuestra a cultura occidental, sino en la conciencia. Para nosotros, la conciencia es algo mental. Para el budismo zen cada sentido corporal tiene su conciencia: la vista, el olfato, el gusto, el oído y el tacto. Un sexto es la razón. Todo se concentra en activar con la mayor atención posible cada una de estas conciencias a partir de las cosas del día a día. Tener una actitud zen es discernir cada matiz de verde, percibir cada ruido, sentir cada olor, darse cuenta de cada toque. Es estar atento a las deambulaciones de la razón en su flujo interminable.

Por eso, el zen se construye sobre la concentración, la atención, el cuidado y la integridad en todo lo que se hace. Por exemplo, echar a un gato del sillón puede ser zen; también soltar a los perros y dejarlos correr libres por el jardín. Cuentan que un guerrero samurai antes de una batalla fue a ver a un maestro zen y le preguntó: «¿qué es el cielo y qué es el infierno?» El maestro respondió: «para la gente armada como tú no pierdo ni un minuto». El samurai enfurecido desenvainó su espada diciendo: «por esta respuesta podría matarte aquí mismo». Entonces el maestro dijo calmadamente: «he aquí el infierno». El samurai se serenó con la calma de maestro, metió su espada en la vaina y se marchó. El maestro le gritó a sus espaldas: «esto es el cielo».

Lo que busca la actitud es la completa integración de la persona con la realidad que vive. Nos encontramos en medio de diferencias, compartimentando nuestra vida. El zen busca el vacío, pero ese vacío no es vacío. Es el espacio libre en el cual todo puede formarse. Por eso no podemos quedar presos de esto y aquello. Cuando un discípulo preguntó al maestro: «¿quién somos?» el maestro respondió señalando hacia el universo: «somos todo eso». Tú eres la planta, el árbol, la montaña, la estrella, todo el universo. Cuando nos concentramos totalmente en tales realidades, nos identificamos con ellas. Pero eso sólo es posible si estamos vacíos y permitimos que las cosas nos tomen totalmente. Mi pequeño yo desaparece y surge el yo profundo. Entonces somos uno con el todo. Este camino exige mucha disciplina. No es nada fácil superar las fluctuaciones de cada una de las conciencias y crear un centro unificador.

Hay una base cosmológica para la búsqueda de esta unidad originaria. Hoy sabemos que todos los seres provenimos de los elementos físicoquímicos que se forjaron en el corazón de las grandes estrellas rojas que después explotaron. Todos estuvimos un día juntos en aquel corazón incandescente. Guardamos memoria cósmica de esta nuestra ancestralidad.

Sabemos también que poseemos el mismo código genético de base presente en todos los demás seres vivos. Venimos de una bacteria primigenia surgida hace 3.800 millones de años. Formamos la única y sagrada comunidad de la vida.

Al buscar un centro unificador, el zen nos invita a hacer ese viaje interior. Es excusado decir que todo esto vale para todos pero principalmente para mi.

    Leonardo Boff es autor de Tiempo de Trascendencia: el ser humano como proyecto infinito, Sal Terrae 2002.

    [Traducción de mjg]

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