Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

¿Derrota por goleada?

13-Octubre-2009    Gonzalo Haya Prats
    Vamos a conservar la tradición de los Martes teológicos. Por eso, aunque hoy se ha publicado ya un post sobre el gran Miret, no queremos dejar que se retrase esta reflexión de Gonzalo Haya, más profunda de lo que a primera vista aparenta su lenguaje sencillo -como las parábolas de Jesús- y que enlaza con el libro de Jäger que el presentó el martes pasado.

Para la presentación de un jugador se reúnen setenta mil personas en un estadio, y para un acto religioso cuesta reunir a mil. ¿Sufre Dios cada día una derrota por goleada?

En estos pensamientos andaba yo cuando leí “La ola es el mar” de Willigis Jäger, benedictino, Maestro Zen y Director del Centro de Espiritualidad de la Abadía de Münsterschwarzach. Me impresionó sobre todo aquello de que “Dios no desea ser adorado; desea ser vivido”.

Esta frase me ha hecho reflexionar. Dios es energía desbordante, Bonum est difusivum sui (la naturaleza del Bien es darse). Vemos a Dios en la hierba del campo que hoy es y mañana se seca, ¿por qué nos cuesta verlo en la habilidad del deportista o en el entusiasmo de los espectadores? Ellos viven intensamente la vida; Dios es vivido intensamente en ellos.

Dios es como la semilla. Su naturaleza es dar flores y frutos. Nosotros alabamos la flor y gustamos del fruto… sin acordarnos de la semilla; pero la semilla está satisfecha, no ha sido derrotada por la flor ni por el fruto. La flor y el fruto son la manifestación de la semilla. La semilla es vivida en la flor y en el fruto.

“Si el grano de trigo no muere, no produce frutos”. La teología de la cruz nos ayuda a entender los momentos en que la pujanza de la creación se eclipsa a nuestra mirada; pero si nos quedamos anclados en la cruz, no apreciaremos la sobreabundancia de la creación. La cruz no anula la creación; no es el punto final. Lo que llamamos muerte sólo es transformación. La teología de la cruz no se entiende sin la teología de la resurrección.

La obra de Dios permanece; la creación no fue un momento histórico, la creación es continua. Dios sigue creando los lirios del campo y se está manifestando en el entusiasmo de los espectadores.

Ese entusiasmo no es consciente de que es una manifestación divina. A veces será irrespetuoso u ofensivo con el Dios al que desconoce. Ser conscientes de la energía divina que nos sostiene pertenece a la plenitud del Reino.

Es nuestra miopía la que ve la derrota de Dios. El Dios que se manifiesta en la creación quiere ser vivido y reconocido. Esa es nuestra misión: reconocerle y colaborar para que todos le reconozcan, para anticipar la plenitud del Reino.

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