Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Esperanza de adviento: el testimonio de Míriam

29-Noviembre-2009    Atrio
    Hoy empieza el Adviento, tiempo de esperanza. Esperanza traspira el testimonio de Miriam Enríquez. Ella animaba una manifestación nos sugirió a Eloy Isorna hace más de un año el artículo El prójimo invisible. El mes pasado esta joven consumó su vida, aceptada sin condiciones y entregada hasta el fin para hacerla, la suya y la de los demás, Vida independiente. En este último enlace del Foro en el que participaba, encontraréis una foto de la última manifestación del paaado 12 de septiembre (iba disfrazada de “cobrador del frak”, para exigir derechos) y el texto de las palabras de sus padres en su despedida, que a continuación reproducimos.

DESPEDIDA A MIRIAM

Al amanecer el día 27 de Octubre Míriam ha desplegado sus alas como si de una hermosa gaviota se tratase y surcando el mar mediterráneo y luego el Atlántico, que baña las costas de Galicia, se fue volando muy lentamente (movimientos que a ella le caracterizaban) y así llegaba a alguna estrella lejana.

Míriam siempre decía que en su biografía existían dos vidas.
La primera desde su nacimiento hasta los 18 años; ésta fue una vida normal, plácida, como cualquier niña o joven sin grandes problemas. Era muy estudiosa, excesivamente responsable y, al mismo tiempo muy alegre. Su vida transcurría entre libros del colegio, clases de inglés y también sus clases de música, concretamente de piano y disfrutando de sus vacaciones de verano en Galicia.

Cuando llegó su mayoría de edad se inició su segunda vida porque aquí apareció una visitante inesperada: su enfermedad.
En esta segunda vida, Míriam atravesó por distintas etapas.

La primera fue de negación absoluta de su enfermedad, no la asimilaba y así pasaron unos 4 años hasta que un buen día, porque era una chica inteligente, decidió enfrentarse a los problemas. En un escrito que dedicó a sus invitados en el día de su 30 cumpleaños hacía alusión al Camino de Santiago que en 1999 recorrimos juntas y decía textualmente “este camino de mi vida en muchos aspectos me recuerda a los 6 días del Camino, porque era difícil de recorrer, muchas veces senderos llenos de pedruscos; unas veces más sola, otras más acompañada, pero siempre con mi madre a mi lado y con mi padre en segundo plano, siguiéndonos a través del móvil y con el coche a punto. A veces he tenido que variar las etapas y separarme del camino que seguían el resto de los peregrinos, en cambio, otras veces ha habido etapas suaves que he podido disfrutar y otras muchas veces me he tenido que rendir a la evidencia y tomarme más tiempo para descansar”.

Otra reflexión que se hacía es que: “mi camino es bastante más diferente del que me había marcado hace 10 – 12 años y también distinto de otros que se consideran más habituales; mis objetivos también son distintos y, sobre todo, a la fuerza más pequeños y más asumibles”.
Seguía diciendo: “pero por muy diferente que sea no por ello deja de ser camino y no por eso me he quedado sin camino. Lo que ocurre es que el buscarlo, el encontrarlo y el seguirlo ha supuesto muchos momentos en los que me he sentido muy perdida, sin saber por donde ir, ni los que me acompañabais, ni yo misma. Lo que si decía es que ese rumbo estaba cada día más claro”.

Por aquel entonces, ella había empezado a trabajar en un equipamiento municipal que ofrecía servicios a entidades juveniles. Cito textualmente: “aquí estoy rodeada de chicos y chicas jóvenes que además son unos compañeros formidables. Ha sido un regalo y como tal lo estoy viviendo”. En ese entonces dicho grupo le asignó el apodo de “la follonera”.

En Octubre del 2001 escribió un artículo en la revista de la Liga Reumatológica, donde colaboraba, y que además Mosén José María Alimbau publicó en su libro PALABRAS PARA EL SUFRIMIENTO con el título “No rendirse jamás ante la enfermedad”. Se refiere a la esclerodermia:

“Llegaste a mi vida y te instalaste en ella, sin previo consentimiento, a traición.
Coincidimos por primera vez en el colegio, cuando yo estaba a punto de hacerme mayor de edad, pero no fue hasta llegar a la universidad que te empeñaste en estar a mi lado y no dejarme ni a sol ni a sombra. Entonces, no me quedó más remedio que conocerte debido a tu insistencia. No me caíste bien desde el principio pero por más que me propuse ignorarte, tú no te rendías.
Mi acosadora se llama esclerodermia y se ha instalado a vivir en mi propio cuerpo. La convivencia no es fácil, ya se sabe…en un espacio tan reducido el roce es constante. Ella se encarga de limitarme físicamente: por ejemplo, como su nombre indica, poquito a poco me va endureciendo la piel convirtiéndola en una especie de coraza; por otro lado, me ha transformado en una friolera empedernida, haciendo de los guantes uno de mis mejores aliados. Yo, por mi parte, me encargo de no limitar mi mente, que no es poco.
Y de esta manera han ido pasando los meses, incluso los años, hasta que un buen día conozco a Sonia, una chica boliviana que convive con la misma inquilina que yo. La observo: sus ojos, de un negro azabache, están vivos, su voz es dulce, su sonrisa y optimismo permanentes. Aunque identifico esas manos mutiladas por el frío y esa máscara que tenemos por cara, ante todo emana esperanza. A mí me la ha dado.
Durante este último año he conocido a más Sonias….
Y ahora, después de siete largos años, puedo afirmar que ¡yo tampoco me rindo!”.

La última etapa de esta segunda vida coincide con sus últimos años. Consideramos que ha sido la más fructífera porque encontró en su camino a un grupo de jóvenes con diversidad funcional o discapacidad y ello fue como hallar la horma de su zapato. A través de ellos ha conocido el Foro de Vida Independiente y también ha entrado a formar parte de un proyecto piloto de asistencia personal, con lo cual ella y estas personas pueden vivir con una cierta independencia y como cualquier otro ser humano pueden controlar su vida, lo cual es muy justo y legítimo.

Todos ellos son personas dignas de admiración: grandes luchadores, con un gran coraje y una gran capacidad intelectual; la verdad es que fue un gran hallazgo para Míriam y así se ha contagiado de todas esas cualidades. Ella siempre decía: “si ellos pueden, yo también puedo”.

Todos coincidimos en que ha sido una gran luchadora hasta su último suspiro: en sus últimos días nos decía: “hay que seguir adelante, tenemos que seguir luchando”.

Para concluir, Míriam ha sido el Faro que ha iluminado nuestras vidas. Como ya sabéis la Torre de Hércules es el faro romano más antiguo en funcionamiento; pues bien, ella es nuestra particular Torre de Hércules. Con sus buenos recuerdos y ejemplar actitud ante su enfermedad, seguirá siempre dando luz a nuestras vidas.

Míriam, en el escrito que dedicó a su abuelo en su despedida en el pasado mes de Marzo, finalizó con una frase que era la favorita de él: ¡ARRIBA CORAZONES!

Gracias amigos, familia y…. hasta siempre
LOS PADRES DE MIRIAM

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