«El espectáculo puede sobre cualquier otro mensaje en la visita del Papa a Valencia» dijo ayer Juan José Tamayo en Torrent, en una conferencia que relata y comenta Alfons García en Levante.

El teólogo Juan José Tamayo afirmó ayer que la próxima visita de Benedicto XVI a Valencia «acentúa el carácter masivo de la Iglesia», la imagen de esta como masa y no como «pequeña comunidad de cristianos comprometidos con los justicia». «El espectáculo puede sobre cualquier otro mensaje que tenga que ver con las esencias del Cristianismo», aseveró al ser preguntado sobre el viaje del Papa los días 8 y 9 de julio para presidir los actos finales del Encuentro Mundial de las Familias (EMF).

Tamayo, fundador y secretario de la asociación de teólogos Juan XXIII (crítica con la jerarquía eclesiástica), ofreció ayer en el Ayuntamiento de Torrent una conferencia dentro de los actos que organizan los colectivos de la campaña Jo no t’espere. En ella, sostuvo que «no existe un Estado laico en España», en contra de lo que reiteran gobernantes, dirigentes políticos y altos mandatarios de la Iglesia Católica.
El teólogo dijo sobre el viaje de Benedicto XVI que reproduce «las ambigüedades del personaje» (en referencia al Papa), que es líder espiritual y jefe de Estado. Así, ofrecerá mensajes a los fieles y se entrevistará al tiempo con los Reyes y con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. «Debería definirse en función de qué viene», comentó.
En opinión de este experto en la denominada teología de la liberación -es director de la cátedra Ignacio Ellacuría de la Universidad Carlos III de Madrid-, hay que relacionar la visita con la política y los cambios legislativos de los dos últimos años (los matrimonios homosexuales y los cambios en el divorcio). El panorama resultante, aseveró, es de «confrontación total» y de «injerencia» de las autoridades católicas. El profesor criticó las manifestaciones públicas del Pontífice y de otros altos cargos vaticanos contra las iniciativas del Gobierno español sobre la familia. Las calificó de «agresivas» y de «falseadoras de la realidad» por acusar al Ejecutivo de destruir la familia. Además, el mensaje no es compartido hoy por muchos católicos. «Es una mentalidad muy superada», señaló.
En su intervención pública, Juan José Tamayo fue crítico también con los gobernantes y políticos españoles, ya que, a su entender, se han realizado dos transiciones (la política y la autonómica), pero falta aún la religiosa. «Quedan muchos restos del Estado anterior, que ni siquiera los partidos que se definen como laicos se atreven a suprimir por un injustificado miedo electoral», sentenció.
Frente al concepto de nacional-laicismo que el arzobispo de Valencia y otros prelados han acuñado para describir el contexto actual, el teólogo aseguró que España mantiene «fuertes tics y vínculos del nacionalcatolicismo».
Tamayo se preguntó si se puede denominar como laico un país que «protege y subvenciona el culto y el clero, que paga a los curas por decir misa». Para el profesor palentino, hay una confesionalidad clara consagrada desde la Constitución, que preserva la colaboración con la Iglesia Católica, y aumentada con los acuerdos con el Vaticano de 1979, que «llenan de privilegios» a esta confesión, dijo. La posterior ley de libertades religiosas, agregó, no alteró esta situación. «La sociedad está secularizada y la Iglesia es la que más palos pone en las ruedas para evitar el Estado laico», sentenció. Desde este enfoque, lamentó que el Gobierno se aviniera a retocar la ley de Educación tras la manifestación de los obispos: «Envalentona más».

Un teólogo en el punto de mira

Tamayo, que colabora con la Universitat de València, es uno de los principales referentes en España de los sectores críticos con la jerarquía católica. Fue amonestado por Joseph Ratzinger, cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por tratar a Jesús como un simple hombre. Los obispos lo incluyeron recientemente también en la lista de teólogos con doctrinas contrarias a la fe. Su nombre aparecía junto a los de Leonardo Boff o Anthony de Mello.