Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

José María Mardones se nos fue al Padre

26-Junio-2006    Atrio

Ayer nos llegó como un hachazo la noticia: José María Mardones murió de repente el viernes por la tarde. A los 63 años seguía siendo Mardones el profesor y el sacerdote que fomenta esperanza con relismo. Desde ATRIO nos unimos a los sentimientos de sus amigos Pedro y Reyes cuyos artículos reproducimos a continuación e invitamos a leer un articulo suyo Sobre la Irrelevancia de la fe cristiana, que escribió en 2004 para el número 29 de la revista FRONTERA.

PREDRO OLALDE EN RELIGIÓN DIGITAL:

    Querido Txema: te has ido sin despedirte. Te has ido sin decir nada. Cosa bien rara en ti, porque eras de comentar y razonar mucho las cosas.

    Ayer, cuando estábamos viendo el partido de fútbol de la selección, comentabas con pasión las incidencias. Al equipo suplente lo veías flojo, tus comentarios espontáneos mostraban tu desagrado. Luego, en un momento dado, hiciste unas respiraciones extrañas, que nunca antes había oído. Lo tomé a broma.

    “¡Txema, qué andas!”. Lo repetí varias veces. Ante tu silencio, me acerqué, palpé tu cuerpo y me di cuenta de la gravedad del momento.

    Enseguida vino un equipo del Samur. Hicieron lo indecible por reanimarte, pero todo fue en vano. A las seis y cuarto certificaron tu fallecimiento.

    Esta mañana sonó tu despertador a las 7,30. Otros días lo apagabas tú. Hoy no has podido hacerlo. Lo he hecho yo. Tu habitación sigue igual. Allí estaba en el suelo tu cartera gruesa, tus pertenencias, tus libros, tus escritos, tus recuerdos todos. Sólo faltabas tú. Tú ya no estabas.

    Esta última semana, Txema, estabas dedicado con ilusión a la elaboración de un libro: “Las nuevas imágenes de Dios”. Me diste los tres primeros capítulos para que los revisara. Lo hice y te dí mi impresión en la mañana de ayer.

    Dios no es alguien terrible, decías, sino un Padre con entrañas de misericordia. Dios es amor y todo lo hace por amor. Quiere envolvernos en su amor, invitándonos a acoger y desarrollar esta potencia creadora.

    No hay cosa más nefasta, decías, que una mala imagen de Dios. Detrás de muchos conflictos humanos y psicológicos subyace un problema religioso. Por eso te dedicaste en cuerpo y alma a iluminar nuestras mentes de acuerdo con una teología y antropología serias.

    Gracias, Txema, por tu ingente labor. Gracias por ser un faro potente en nuestra condición de itinerantes hacia la plenitud.

    Sin duda, querido José María, subrayarías aquellas palabras del ilustre Miguel de Unamuno que exclamaba: “Si del todo morimos todos, ¿para qué todo? ¿para qué? No quiero morirme, no; no quiero, ni quiero quererlo; quiero vivir siempre y vivir yo, este pobre yo que me soy y me siento ser ahora y aquí”.

    Querido Txema: hoy nos has trastocado el fin de semana. Ahora deberíamos haber estado en un día de retiro en las Matas. Querías darnos luz sobre el misterio de la Resurrección. Y tú, sin duda, ya lo has experimentado. Pero estamos ahora celebrando en este lugar tu despedida definitiva.

    Eras especialmente devoto de Romanos, 8, 31 a 39: si Dios está a favor nuestro, ¿quién podrá estar en contra? ¿quién podrá privarnos de ese amor del Mesías? ¿dificultades, angustias o la misma muerte? Pero todo eso lo superamos de sobra gracias al que nos amó.

    Tú, Txema, como la Magdalena de Juan, te empeñaste en buscar a Jesús, el viviente, y experimentaste al fin, como ella, que el Maestro o Rabbí nazareno se volviera sobre ti y te llamara por tu nombre: ¡¡Txema!!

    Para acabar, querido Txema, permíteme poner en tus labios estas palabras de despedida.

      “La débil luz de mi existencia se ha apagado y mi habitación se ha quedado vacía. Llevo conmigo los recuerdos todos. No lloréis. Sólo os pido una palabra amable y una sentida plegaria.

      Dejo la playa de la vida y me adentro en el ancho mar. Abandono la ciudad de los vivos y me sumerjo en el Ser que sustenta mi vida. Me han llamado por mi nombre y dejo todo y me voy.

      Cuando la flauta suene penetrante y sus notas anuncien vuestra partida definitiva, no sintáis miedo alguno en vuestras entrañas. Saldrá la estrella de la tarde y el crepúsculo se abrirá tras el pórtico del Rey.

      Adiós, hasta que la luz sin ocaso nos envuelva a todos en una gran fiesta de hermanos.”

REYES MATE EN EL PAÍS:

José María Mardones, filósofo de la religión
REYES MATE
EL PAÍS - Gente - 25-06-2006
En las librerías Gandhi, de México o Argentina, uno de los filósofos españoles más vendidos es José María Mardones, que acaba de fallecer en Madrid, fulminado por un ataque al corazón, a la edad de 63 años. Formado en Alemania, profesor de Sociología en la Universidad del País Vasco e investigador del CSIC en el Instituto de Filosofía desde el primer momento, ha sido un fecundo autor en el campo de la filosofía y sociología de la religión.

Dialéctica y sociedad irracional. La teoría crítica de la sociedad de M. Horkheimer, una de sus primeras obras, fue pionera en la recepción española de la Escuela de Francfort, una línea de trabajo que daría un nuevo fruto, veinte años después, en su Habermas y religión (1998). Ahora que el pensamiento conservador ha descubierto al Habermas que habla con Ratzinger, el libro de Mardones puede ayudar a los habermasianos de última hora a comprender el rigor y la exigencia del filósofo alemán en su tratamiento de la religión.

La formación sociológica le permitía seguir con autoridad los avatares del fenómeno religioso. En Capitalismo y religión estudiaba con mirada crítica las claves de la religión política neoconservadora y en Postmodernidad y cristianismo se interrogaba sobre el lugar de la religión en un mundo desestructurado. Ha sido también coeditor de una serie de trabajos sobre Ética ante las víctimas donde dirigía su atención a los problemas de su tierra, el País Vasco. Hoy que tanto interés despierta el interés social y político de las religiones, bien se puede decir que José María Mardones ha sido uno de los analistas españoles más cualificados en el estudio de las dimensiones políticas del fenómeno religioso contemporáneo.

Su fecunda obra ha sido su vida: clara y cercana. La claridad de su escritura le garantizaba una notable fidelidad de lectores y la claridad en la palabra le convirtió en uno de los conferenciantes más solicitados, tanto en España como en América Latina. Y luego la cercanía como método. Le interesaban los problemas en sus manifestaciones concretas, en lo que tenían de vivo o muerto para los contemporáneos, aunque no hiciera asco a los asuntos más teóricos, como en La vida del símbolo o Teoría crítica y razón comunicativa.

Se ha ido sin avisar, con una agonía que duró segundos. Siendo como era un trabajador infatigable, se le extrañará en muchos foros esperando inútilmente que cumpla los compromisos adquiridos. Y le vamos a echar de menos quienes hemos compartido durante varios lustros la presencia de un hombre amable, siempre presto a la escucha, dispuesto a la concordia y capaz de contagiar su seriedad cristiana por las últimas preguntas

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