Oraciones mezcladas
23-Septiembre-2006 AtrioEn el corazón del diálogo interreligioso está la oración. Si no hay oración en común no porá haber encuentro. Esta nos ha llegado de AIM (alianza intermonástica).
—–Musulmanes y cristianos,¿ podemos orar juntos ?
¿ Qué piensas Tú de eso, ¡oh Tú! que acoges toda súplica justa y que apagas toda sed?
Nuestros horizontes son diferentes pero nuestros minaretes y campanarios son vecinos La tierra que Tú nos confías la trabajamos juntos.
El cielo que Tú has hecho nublado o lleno de sol, sombrío o radiante, es único para todos.
Deseosos de un mundo mejor, artesanos de una tierra más fraternal, compartimos nuestros esfuerzos.
Los antepasados que nos han engendrado ¿no son nuestro padre Adán y nuestra madre Eva?
A través de nuestros balbuceos y búsquedas, palabras y silencios, cantos e invocaciones, es a Ti al que buscamos.
Sin embargo, prudentes y sabios nos lo dicen y, a menudo, nos ponen en guardia:
Si, podemos orar unos al lado de otros pero en silencio.
Si, podemos orar al mismo tiempo, pero bien separados.
Si, podemos orar en el mismo lugar, pero primero unos y luego otros.
Si, podemos orar a nuestro Dios, pero no con las mismas palabras.
Si, podemos orar… ¡pero, no juntos!…
Señor, ¿serás tú tan complicado?
La misma violencia ha sacudido nuestras comunidades y se ha llevado a nuestros seres queridos.
La misma muerte ha causado vacíos en nuestras familias y en nuestros corazones.
Nuestras sangres están mezcladas.
Reunidos en la misma pena tras la partida de un amigo, de un hermano,
de una hermana demasiado pronto desaparecidos, amigos cristianos y musulmanes confundidos, pequeña multitud mezclada en la misma pena,
nuestras lágrimas están mezcladas.
Reunidos para compartir la alegría de nuestras fiestas familiares o religiosas, compartiendo el mismo gusto de vivir,
nuestras alegrías están mezcladas.
Sedientos de justicia y de paz, deseosos para nuestra juventud y nuestro país de un porvenir digno del hombre, humildes artesanos del porvenir,
Nuestras esperanzas están mezcladas.
No sabiendo lo que pasará mañana, nuestras oraciones brotan de nuestros labios y de nuestros corazones, espontáneas o rituales, silenciosas o suplicantes.
¡ O Dios de nuestro futuro!
Nuestras sangres están mezcladas,
nuestras lágrimas están mezcladas,
nuestras alegrías están mezcladas,
nuestras esperanzas están mezcladas
y nuestras súplicas también
y en esta fraternal mezcla, ¡Señor, Tú reconoces a cada uno de los tuyos!
Publicado en el boletín de Ribat, n° 35
Tradujo Mª de las Nieves García de las Heras, Madrid
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