Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

A propósito del limbo

08-Octubre-2006    Francisco Asensi

Después de siglos de catequizarnos sobre el Limbo, ahora resulta que se trataba de unas disquisiciones teológicas (¡vaya broma!) sin mayor trascendencia; y el Papa ha decidido clausurarlo y confiar a todos sus desorientados moradores a la misericordia de Dios. Veremos qué pasa ahora con el Purgatorio y las Indulgencias

Juan Pablo II tampoco tenía las cosas claras sobre el Infierno e hizo saber que no se trataba de un lugar sino de un estado de ánimo. De igual modo se refirió al Cielo no como un lugar físico sino como un estado de beatitud que disfrutan los elegidos… (Si el Cielo no es un lugar ¿qué hacemos de Jesús y la Virgen que ascendieron a él en cuerpo y alma?).

Menos mal que DIOS MISERICORDIOSO no entra en dogmas y disputas teológicas de las que se ha aprovechado la Iglesia oficial para atemorizar a sus fieles y sembrar a través de los siglos tanta angustia y terror.

Erasmo de Rotterdam, hombre “ilustrado” avant la lettre, que hacía servir su inteligencia, sentía poco aprecio por los teólogos y menos por la jerarquía eclesiástica, aunque fuese el mismísimo papa de Roma.

De lo teólogos de su tiempo, decía:

    “Mejor fuera no agitar esa charca, ni tocar esa hierba pestilente… Están tan pertrechados de definiciones escolásticas, conclusiones, corolarios, conocen tan bien todos los subterfugios que ni las mismas redes de Vulcano serían capaces de atraparlos… No se paran en barras hasta querer explicar los misterios más arcanos: como, por qué y para qué fue creado el mundo; por qué canales se filtró a la posteridad el pecado original; por qué medios, en qué medida y durante cuánto tiempo se formó el cuerpo de Cristo en el vientre de la Virgen; y finalmente cómo pueden subsistir los accidentes sin la sustancia en la Eucaristía… Hay otros temas que cuando surgen les ponen alborotados. Tales son: ¿Hay un instante en la generación divina? ¿Hay varias filiaciones en Cristo? ¿Podría Dios haber tomado la forma de mujer, de diablo, de guijarro, de calabaza? En este caso, ¿de qué manera la calabaza podría haber predicado?… Quedan todavía innumerable sutilezas… En todas ellas reina tal erudición y tal complejidad de dificultades que me imagino que los mismos apóstoles necesitarían otra vez del soplo del Espíritu Santo si tuvieran que discutir hoy sobre estos temas… Pedro recibió las llaves de manos de Aquél que no las hubiese entregado a quien no mereciera su confianza. Ahora bien, dudo de que entendiera y menos que llegara a captar alguna vez la sutileza que supone disponer de la llave de la ciencia sin poseer la ciencia… Ocupados, día y noche, con estas embelesadoras memeces, no les queda ni un momento de ocio para dedicarlo a leer siquiera una vez el Evangelio o las cartas de san Pablo. Y mientras malgastan el tiempo en estas solemnes tonterías de escuela, piensan que sostienen con sus argumentos la Iglesia, que de otro modo se derrumbaría… Describen al infierno con tantos detalles y tan a lo vivo que se diría han pasado varios años en aquella república… Etc. etc. etc.

De los Sumos Pontífices, dice:

    Si los vicarios de Cristo se propusieran alguna vez imitar su vida, pobreza, fatigas, doctrina, cruz y desprecio del mundo… ¿habría alguien más angustiado? ¿Habría alguien que quisiera tal cargo y, una vez conseguido, lo defendería con la espada, el veneno y toda clase de violencia? A cuántas comodidades tendrían que renunciar si por una vez mostraran una chispa de sensatez. ¿Sensatez he dicho? Sería suficiente aquella pizca de sal de la que habla Cristo para liberarlos de tantas riquezas, honores, territorios, victorias, cargos, prebendas, tributos, indulgencias, caballos, mulos, satélites y comodidades… Hoy, sin embargo, casi todo lo que supone trabajo se lo encomiendan a san Pedro y san Pablo, que tienen tiempo para ello, reservándose para sí todo lo que significa boato y comodidad. Como consecuencia no hay clase social que viva tan placentera y cómodamente como ellos. Piensan que Cristo está satisfecho de ellos, si saben hacer su papel de obispos, impartiendo bendiciones y anatemas, desplegando su escénico y misterioso atuendo, sus ceremonias, y sus títulos de beatitud, reverencia y santidad… Sólo les quedan como únicas armas esas dulces bendiciones que tan espléndidamente prodigan: entredichos, suspensiones, excomuniones y anatemas y, sobre todo, ese rayo fulminador, en cuya virtud lanzan las almas de los mortales al más profundo tártaro. Estos santísimos padres en Cristo contra nadie fulminan con tanta ira sus rayos vengadores como contra aquellos que, movidos por el diablo, intentan disminuir o erosionar el patrimonio de san Pedro… Quemados por el celo de Cristo, luchan a sangre y fuego por defender esos bienes, creyendo defender de forma apostólica a la Iglesia, esposa de Cristo, por medio del exterminio de los que llaman sus enemigos. ¡Como si los impíos pontífices no fueran los peores enemigos de la Iglesia que, con su silencio, dejan que Cristo quede desfigurado, que lo maniatan con sus leyes de mercenarios, lo adulteran con interpretaciones forzadas y lo yugulan con su vida nauseabunda! Etc. etc. etc.

Si traigo a colación el ELOGIO DE LA LOCURA de Erasmo es porque, en tiempos del Concilio de Trento, hombres como él intentaron ilustrar la religión católica, convertir en razonables (y por lo tanto en universalmente válidas) sus enseñanzas. Como todos sabemos, la Iglesia de Trento se cerró sobre sí misma. Pío IX, con el infausto dogma de la infalibilidad, echó siete cerrojos más. Juan XXIII intentó de nuevo con el Concilio Vaticano II abrir un portillo para que la fe recibiese el aire refrescante de la inteligencia, pero no pudo. Acabó en un rotundo fracaso. Juan Pablo II y el actual papa Ratzinger encabezaron a los intransigenti, a aquellos que se oponen a toda clase de aggiornamento.
Los jerarcas de hoy hablan mucho de fe y de razón pero, en realidad, tienen un miedo cerval a que la Inteligencia acabe socavando los cimientos de su Iglesia. ¿Pues no estaba edificada sobre roca y las puertas del Infierno no prevalecerían contra ella…? Quizá sean ellos los primeros que han perdido la fe.

Y, para terminar, esta consideración del Profesor Agustín Andreu: En un momento en que las grandes religiones orientales como trasfondo de sus culturas, sin complejo alguno, se nos vienen encima a los occidentales, la Ilustración se convierte en un instrumento de trabajo indispensable. La verdadera Ilustración es un proceso necesario de inteligencia de las cosas según la naturaleza interior de las mismas. Con ello se educa al género humano según el sentido de lo común y se ensancha el espacio de convivencia de los hombres.

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