Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Para cerrar heridas

06-Noviembre-2006    Atrio
    Continuando el debate abierto por la catequesis de la Comunidad de Ayala que presentaba anteayer Braulio Hernández, ofrecemos este Comunicado de la Coordinadora Estatal de CCP, a raíz de la Ley de Memoria, destacando en él el punto cuarto que presenta una iniciativa concreta para evitar revisar tantos procesos.

A tenor de los últimos debates, propuestas y contrapropuestas sobre la llamada “Ley de Memoria histórica”, las comunidades cristianas populares del estado español (CCP) queremos aportar nuestras reflexiones convencidos de que para la verdadera recuperación de la memoria histórica es necesario buscar un consenso de mínimos democráticos exigibles sobre el que todos y todas podamos entendernos y cerrar definitivamente unas heridas que aún hoy, sangran por doquier.
Para cerrar todas las heridas de la guerra -una vez reconocido socialmente que los “paseos”, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, fusilamiento de prisioneros y demás actuaciones similares, profusamente prodigadas por ambos bandos, fueron crímenes comunes o crímenes de guerra- es absolutamente necesario que nos enfrentemos con honestidad a la depuración “legal” llevada a cabo por los vencedores tanto durante la guerra, como en la larga posguerra.
Por todo ello, como coordinadora estatal de CCP creemos que todas las personas honestas -de izquierdas, derechas o centro- podríamos ponernos de acuerdo en unos mínimos que pasan por los cuatro puntos siguientes:

Primero: La guerra no fue de ninguna manera una guerra de buenos y malos. Esta idea fue inculcada principalmente por los obispos españoles en su carta pastoral de 1 de julio de 1937 que dice así:

    “Es tal la condición humana y tal el orden de la Providencia…que siendo la guerra uno de los azotes más tremendos de la humanidad es a veces el remedio heroico, único, para centrar las cosas en el quicio de la justicia y volverlas al reinado de la paz…Por eso la Iglesia aun siendo hija del Príncipe de la Paz bendice los emblemas de guerra, ha fundado las órdenes militares y ha organizado cruzadas contra los enemigos de la fe.”…
    “La guerra es pues un plebiscito armado…la lucha blanca de los comicios de 1936…en las urnas se transformó por la conciencia cívico militar en la lucha cruenta de un pueblo partido en dos tendencias, la espiritual, del lado de los sublevados…y de otra parte, la materialista, llámese marxista, comunista y anarquista que quiso sustituir la vieja civilización de España con todos sus factores por la novísima civilización de los soviet rusos.”

Añaden nuestros Obispos, para confirmar esta guerra como guerra de buenos contra malos lo siguiente: El Alzamiento Nacional “ha fortalecido el sentido de patria”…”ha determinado una corriente de amor a la patria”…y “como el amor patrio, cuando se ha sobrenaturalizado con el amor a Jesucristo toca las cumbres de la caridad cristiana, hemos visto una explosión de verdadera caridad” Creemos que la gran mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de derechas y de izquierdas, incluso la mayoría de los obispos, pueden ponerse de acuerdo en que, como ha dicho el Papa, no debe utilizarse la fe para justificar la violencia, (ni la fe islámica ni la fe cristiana), que no es un remedio heroico, único, para centrar las cosas en el quicio de la justicia, que la guerra del 36 no fue un plebiscito armado, ni la lucha de la tendencia espiritual contra la materialista, ni el resultado de la conciencia cívico militar, ni mucho menos una explosión de caridad, sino uno de los mayores desastres colectivos de nuestra historia.
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Segundo: La guerra del 36 fue una guerra compleja y más bien fueron ocho guerras simultáneas:
-Una guerra entre un ejército regular sublevado contra un Gobierno legítimo que había fracasado en su intento de golpe de Estado rápido y un ejército en gran medida partisano, que tardó meses en tener unidad de mando, formado en un principio por milicias civiles armadas por el Gobierno.
-Una guerra de las derechas que habían perdido las elecciones contra las izquierdas agrupadas en el Frente Popular.
-Una guerra social y revolucionaria llevada a cabo sobre todo por socialistas de Largo Caballero y UGT, por comunistas, Trotskistas y anarquistas aunque con muy diferentes conceptos de la revolución.
-Una guerra contra los católicos, con una feroz persecución religiosa.
-Una guerra contra el fascismo, dominante en Italia y Alemania, y que ejercía una gran fascinación sobre la derecha.
-Una guerra contra el nacionalismo vasco y catalán llevada por los nacionales.
-Una guerra civil en el bando republicano de republicanos, socialistas y comunistas , contra trotskistas y anarquistas., con enfrentamientos armados sobre todo en Cataluña y en Aragón.
-Una guerra civil en Euskal Herría entre nacionalistas, que se impusieron en Guipúzcoa y Vizcaya y carlistas, que se impusieron en Álava y Navarra…

Estas ocho guerras fueron simultáneas. La gente tuvo que elegir y no podía zafarse y así se encontraron con “extraños compañeros de cama”: Grandes industriales de derechas aliados con revolucionarios que suprimían la propiedad privada (Sota, por ejemplo), católicos practicantes aliados con los que se dedicaban a la caza del cura, católicos nacionales fusilando curas vascos, vascos carlistas conquistando Bilbao para los nacionales, La Comunión Tradicionalista integrada en Falange Española, monárquicos apoyando al que pretendía un régimen militar con mando único para él, con el Rey en el exilio, islámicos marroquíes hermanados con cruzados nacional católicos…etc…etc…
Creemos que todos y todas, de izquierdas y de derechas podemos admitir que la guerra fue una guerra compleja que no fue sólo una guerra contra el fascismo o sólo una guerra contra los católicos o sólo una guerra revolucionaria o sólo una guerra por la democracia o sólo una guerra contra Euskadi sino un inmenso y trágico zafarrancho en el que se vieron envueltos nuestros padres y abuelos, los de un bando y los del otro, seguramente con más voluntad y heroísmo que acierto y justicia…

Tercero: los “paseos”, registros, encarcelamientos en cárceles de los partidos, fusilamientos sin juicio, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, matanzas de prisioneros…etc…, profusamente ejercidos por ambos bandos fueron crímenes comunes o crímenes de guerra injustificables.
Creemos que en esto también podemos ponernos de acuerdo.

Cuarto: El cuarto punto es el más conflictivo y en el que es más difícil el acuerdo: el de la depuración “legal” llevada a cabo por los vencedores durante la guerra y la larga posguerra. Sin embargo creemos que aún en este punto podemos llegar a acuerdos que cierren las heridas. La represión legal de Franco se basa en el delito de Rebelión Militar. El delito de rebelión militar, un delito estrictamente militar: el de alzarse en armas contra los legítimos mandos militares, como por ejemplo un motín en un barco de guerra, un alzamiento armado en un cuartel…que por la urgencia del momento lleva aparejada la formación de un tribunal militar y un juicio sumarísimo, en el que el abogado defensor, único para todos los procesados tiene un máximo de dos horas para preparar la defensa y las condenas pueden ir desde seis meses y un día hasta la pena de muerte, a juicio del tribunal, según la graduación y el grado de participación en la rebelión.
Esta ley fue aprovechada por Franco para la represión considerando y legislando que es delito de rebelión militar la participación en la guerra por parte de los republicanos, aunque no fueran militares ni hubieran estado en la guerra. Decenas de miles de personas fueron fusiladas por Rebelión o Ayuda a la Rebelión, (recuérdense las Trece Rosas) y centenares de miles encarceladas o depuradas por auxilio, excitación o apología de la rebelión.
El 2 de marzo de 1943, una vez depurados los que participaron en la guerra, Franco promulga una ley que dice en su Artículo 1º: “serán considerados reos del delito de rebelión militar y penados con arreglo al código de justicia militar o del penal de la marina de guerra en su caso…los que propalen noticias falsas o tendenciosas con el fin de causar conflictos o desprestigio del Estado, Ejército y Autoridades…los que conspiren por cualquier medio o tomen parte en reuniones, conferencias o manifestaciones con los mismos fines…Podrán tener este carácter los plantes, huelgas, sabotajes, uniones de productores y demás actos análogos cuando persigan un fin político”…
Con esta ley se perpetúala el delito de rebelión militar, los tribunales militares y los juicios sumarísimos hasta el 21 de diciembre de l963, fecha esta en la que los “delitos” de propagar noticias falsas o tendenciosas, las reuniones, conferencias, manifestaciones, plantes, huelgas, sabotajes, uniones de productores y actos análogos…dejan de ser rebelión militar juzgada por tribunales militares en juicios sumarísimos y pasan a ser delitos juzgados por el Tribunal de Orden Público,
Creemos que todos y todas, de izquierdas, de derechas y de centro podíamos ponernos de acuerdo en que participar en una guerra civil del lado del gobierno legítimo, propalar noticias tendenciosas, tomar parte en reuniones que desprestigien a las Autoridades o al Ejército, organizar una huelga, NO ES REBELIÓN MILITAR. En esto estaría de acuerdo incluso Fraga que hizo lo posible por cambiar esta legislación y fundar el tribunal de Orden Público. Y si no fueron rebelión militar los jueces militares no eran competentes para juzgar estos delitos y el procedimiento sumarísimo absolutamente injusto y sin fundamento. No hace falta revisar todos los juicios, que es casi imposible, basta con declarar nulos todos los juicios sumarísimos por rebelión militar en los que no hubo rebelión militar en sentido estricto y con eso tenemos el 99 por ciento de los represaliados en la guerra y la larga posguerra, hasta 1963 rehabilitados. Los que fueron condenados por otros delitos son muy pocos y esos sí podían revisarse.

Proponemos por tanto que el Parlamento declare NULOS E INJUSTOS TODOS LOS JUICIOS SUMARÍSIMOS POR REBELION MILITAR HASTA EL 21 DE DIECIEMBRE DE 1963.

Creemos que con estos cuatro puntos, puestos de acuerdo en ellos todos y todas las ciudadanas, podíamos dejar zanjado el asunto de la guerra civil, que por desgracia organizaron nuestros padres y abuelos con más buena voluntad que acierto.

Por supuesto que hay que dar una solución a las fosas comunes, y a ser posible, la que quieran las víctimas: o bien desenterrando o bien convirtiéndolas en sepulturas estables. Creemos que las derechas estarán de acuerdo en esto, aunque algunos se resisten. Lo primero después de una guerra es enterrar a los muertos y quien se oponga a esto no tiene entrañas…

COORDINADORA ESTATAL DE COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES
Octubre 2006

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