El Papa ha pronunciado hoy día de Navidad una Homilia en la Misa del Gallo y un Mensaje Urbi et Orbe. Ofrecemos los enlaces al texto completo en castellano para quien quiera. Nos abstenemos de comentarlos esta vez. Pero como últimamente hemos hecho bastantes referencias al libro de Aloisius Pieris, teólogo celandés, “El reino de Dios para los pobres de Dios“, ofrecemos hoy la síntesis que formula al principio del capítulo 4º sobre el amor a Dios y al prójimo.

La venida del reino de Dios nos implica en una batalla con un enemigo concreto (Mamón) junto con unos aliados cuya identidad no deja lugar a duda (los pobres). Pues Dios y los pobres han sellado entre sí una alianza, un pacto de defensa contra Mamón y sus adoradores. Además, Jesús de Nazaret –en cuanto persona, mensaje y misión no es sino el momento histórico de singular intensidad, así como la encarnación personal y colectiva, del «conflicto entre Dios y Mamón» y de la alianza entre Dios y los pobres». Esta sencilla creencia resume nuestra cristología, nuestra eclesiología, nuestra espiritualidad y nuestra misión, todo en uno’.

Además, el conflicto (entre Dios y Mamón) pone de manifiesto qué significa para Jesús el amor de Dios; por otra parte, la alianza (entre Dios y los pobres) nos descubre por qué Jesús identifica el amor al prójimo con el servicio a los pobres. La mutua implicación de estos dos preceptos puede ser sintetizada así:

Allí donde se ama y se sirve a Dios, son los pobres, y no la pobreza, quienes reinan.

Allí donde se ama y se sirve a los pobres, es Dios, y no Mamón, quien reina.

Así pues, entre estas dos leyes del amor existe tal reciprocidad o incluso cuasi-identidad que, ante el lenguaje de Jesús sobre el cuerpo, todo paradigma dualista (contemplación acción, fe justicia, redención liberación) deja de ser pertinente. Esta convicción constituye el marco de referencia en el que planteo las siguientes observaciones sobre las dos dimensiones de la «ley de la vida eterna».

[Del libro de Aloysius Pieris, El Reino de Dios para los Pobres de Dios”, El. Mensajero, Bilbao, 2006, páginas 51 y 52].

A continuación el autor va desarrollando el tema, analizando cómo Mamón es el dinero y todo lo que nos esclaviza, cómo el “pecado es la idolatría, no el ateísmo”, pues “Un ateo puede rechazar a Mamón en el acto mismo de optar por los pobres, heredando así el reino de Dios. Pero los idólatras son adoradores de mamón que roban a los seres humanos y abusan de la naturaleza contribuyendo de este modo al reino de la pobreza y al caos ecológico”.