Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La misión de paz de Jonás

05-Enero-2007    Atrio

En estos momentos de tensiones y violencia tanto en España como en el mundo –¡qué tremendas las noticias de ese sábado 30 de diciembre que a todos nos zarandearon en el fin del año!– me ha venido a la memoria la historia de Jonás.

En esa novelita con mensaje que está recogida en la antología de la literatura judía que llamamos Biblia se muestra la lucha interior de un profeta a quien Yahvé le manda a predicar -¿dialogar?- con los enemigos de su pueblo –Nínive, ¿islamistas? ¿abertzales?– para pedir que se conviertan, ya que de lo contrario serían destruidos por la fuerza del cielo.
¿Cómo podía Jonás querer la conversión del enemigo en vez de su total destrucción? ¿Iba a colaborar incluso en evitar la destrucción para siempre de quien tantas víctimas había producido con sus invasiones y deportaciones? ¿Es que acaso el conflicto, ya que la razón y Yahvé están de parte de Israel, no debía acabar con vencedores y vencidos?
Por todo ello Jonás decide huir y se embarca en dirección contraria a Nínive. Pero viene una gran tempestad. Los marineros se preguntan qué Dios está tan enfadado para provocar este castigo. Interpelado Jonás, que se esconde en la bodega, tiene que decir cómo él ha desobedecido a un poderoso Dios. Y lo arrojan al mar. Y un gran pez se lo traga y lo devuelve a la tierra para que vaya a Nínive a cumplir su misión a favor de la paz que Yahvé desea.
Y Jonás no tuvo más remedio que ir y recorrer durante tres días la enorme ciudad de Nínive, provocando la conversión y penitencia de sus autoridades y habitantes –la renuncia a la violencia y al terrorismo, la petición de perdón a las víctimas–, salvándose consecuentemente de la destrucción.
Tras ver el resultado de su acción, que alejaba la destrucción otal del enemigo, se sintió muy deprimido y se quedó dormido debajo de una parra. Y Yahvé hace que un gusano se coma la parra, le dé el sol y se despierta con dolor de cabeza, quejándose de quien le ha privado de su querida parra.
Yahvé le increpa: “¿sientes tu dolor porque un gusano haya acabado con una parra que ni siquiera tú sembraste y cuidaste? ¿y no lo voy a sentir yo que por falta de predicación -¿diálogo?- y conversión acabe arrasado un país que yo he creado, alimentado y cuidado? .

Esta novelita fue escrita porque entre los judíos que se consideraban más fieles a sus señas de identidad y más orgullosos de la Alianza con Yahvé había muchos que no entendían nada de la paternidad universal de Dios y no querían para los llamados ejes del mal más que la destrucción y el aplastamiento. Para ellos misiones como la encargada a Jonás eran pura y simple traición a los intereses de la patria.

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