Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Concentración en Bilbao por la paz

03-Febrero-2007    Atrio

Esta tarde, dos manifestaciones contra el terrorismo. La de Madrid era más bien contra la negociación y el gobierno. El Foro de Ermua, el PP y la AVT quieren que haya aniquilamiento del enemigo hasta que quede claro que hay vencedores y vencidos. La de Bilbao, programada hace muchos meses dentro de una movilización diocesana en favor de la paz, exige la desaparición de ETA, recuerda a las víctimas pero pide sobre todo la promoción de la paz y la reconciliación en la sociedad vasca. Este es el texto del Mensaje del obispo Blázquez.

 

“CRISTO ES NUESTRA PAZ” (Ef 2,14)

Mensaje del obispo de Bilbao en la concentración diocesana por la paz

“Que el Señor de la paz os dé siempre y en todo la paz” (2 Tes 3,16). Nuestra Iglesia diocesana desea transmitir el Evangelio de la paz y de la fe en Jesucristo, como se recoge en el Plan de Evangelización, que en estos años estamos llevando a cabo. En ese marco realizamos esta concentración a favor de la paz en la plaza de la catedral, que es la iglesia principal de la diócesis, dando razón de nuestra esperanza y proclamando en medio de la sociedad que “Cristo es nuestra paz”.

La presente acción se pensó en circunstancias diferentes a las actuales. El atentado terrorista del día 30 de diciembre, que acabó con la vida de dos personas y causó un enorme destrozo, constituye un duro golpe a la esperanza. Su onda expansiva golpeó las fibras más profundas de nuestra sociedad.

En este contexto, como cristianos, queremos mirar a nuestro Señor crucificado y resucitado. Jesús crucificado nos abre los ojos del corazón para descubrir la prolongación de su cruz en nuestra historia de violencia, especialmente trágica en los cientos de personas a quienes les ha sido arrebatada injustamente la vida. Confiamos que unidos a Jesús crucificado lo seguirán también en la gloria de la resurrección.

La sombra de la cruz se extiende también a tantas personas convertidas de sujeto en objeto; objeto de asesinatos, mutilaciones, amenazas, extorsiones, humillaciones, difamaciones, burlas. Siempre que una persona es maltratada y herida en su dignidad es convertida en víctima y los cristianos vemos en ella el rostro del Crucificado. Como en la cruz de Jesús, la violencia va acompañada de mentira, sarcasmo y desprecio.

La mirada del Señor crucificado nos interpela a todos y cada uno para recordarnos los momentos en que hemos seguido sus huellas y para mostrarnos nuestras insuficiencias y pecados, olvidos y omisiones.

Como obispos de la Iglesia diocesana, proclamamos en medio de esta multitudinaria asamblea que sólo Jesucristo tiene palabra de vida eterna, que El es la luz que alumbra nuestros pasos por el camino de paz (cf. Lc 1,78-79), hoy y siempre. En Jesucristo se apoya nuestra confianza, nuestra paciente espera, nuestra esperanza activa en un nuevo amanecer sin violencia ni amenazas.

En este encuentro, que es un paso interior y exterior de oración y trabajo por la paz (“Muévete por la paz” – “Zure pausoa-Bakerako Hauspoa”), queremos ofreceros algunas convicciones inspiradas en la fe cristiana y en el amor a nuestra sociedad.

- La paz es un don del “Dios de la paz” (1 Tes 5,23), y es también una tarea encomendada por El a los hombres y mujeres. Los cristianos, a través de la oración, de la palabra y de las obras, queremos continuar siendo pacificadores. Agradecemos las iniciativas que se vienen realizando desde hace tiempo en nuestras comunidades. Jesús, que vino a traernos la Buena Noticia de la paz (Act 10,36), nos envía con el encargo de anunciar la paz (cf. Lc 10,5).

- Todos los ciudadanos, personalmente y asociados, según nuestra específica responsabilidad, estamos llamados a colaborar en esta tarea preciosa y fundamental. La familia, la escuela, los medios de comunicación social, las comunidades cristianas, tenemos una tarea ineludible.

- Estamos convencidos de que el paso primero y primordial en el camino de la paz es la eliminación de la violencia terrorista por todos los medios legítimos a nuestro alcance.

- Exigimos a la organización terrorista ETA que desaparezca definitiva y totalmente, sin dilaciones ni contrapartidas. La dignidad de las personas y de nuestra sociedad desenmascara que su existencia y persistencia no tiene ninguna justificación moral, política ni religiosa.

- Pedimos a los representantes políticos que la búsqueda de la paz sea un objetivo fundamental. La unidad en los principios morales y la convergencia en los procedimientos fortalecerá la confianza de la sociedad en la erradicación de la violencia.

- Reconocemos que las víctimas del terrorismo forman parte de la memoria de un horror, del que no somos del todo inocentes, ni como ciudadanos de este país ni como miembros de esta Iglesia local de Bizkaia. En la medida de nuestra responsabilidad moral, pedimos una vez más perdón. Ellas son el icono del inocente Jesús, injustamente crucificado, que con su resurrección afianza nuestra esperanza de una paz y reconciliación plenas.

- Nos comprometemos a velar para que no sea olvidado su sufrimiento y a ofrecer, con espíritu renovado, todos los medios a nuestro alcance para seguir acogiendo, acompañando y compartiendo con las víctimas el dolor y la reparación de su dignidad. Las víctimas tienen derecho a ser resarcidas con justicia en la medida de lo posible; a que se les pida perdón; a que se les reconozca, como señal de grandeza moral, que no se han tomado la justicia por su mano; a que midamos la inmensa tarea de la reconciliación a la luz de la extensión y hondura de su sufrimiento; a que su presencia sea una exhortación viviente para que nunca más caigamos en la inmoralidad terrible que han padecido.

- Porque queremos vivir como discípulos de Jesús, no podemos dejar de anunciar que El nos enseñó a amar a los enemigos (cf. Lc 6,27) y murió perdonando (cf. Lc 23,34). Pedir perdón quienes han herido y asesinado, otorgar perdón quienes han sido ofendidos, limpiar de odio el corazón, reconocer como prójimo a toda persona que está caída al borde del camino, suplicar al Señor la reconciliación y orientar a ella nuestras actividades… son lecciones que aprendemos de nuestro Señor Jesucristo. El perdón posee un valor inestimable en la convivencia civil.

- Durante el presente curso pastoral venimos subrayando en la diócesis la transmisión del Evangelio y la gracia de compartir la fe con los adolescentes y los jóvenes. Hoy, en esta excepcional concentración, queremos decirles: Nos aproximemos con sinceridad, con confianza y con afecto. Os invitamos -y nosotros presentamos por delante nuestro compromiso- a que no ahorremos ni en la sociedad ni en la Iglesia nuestra colaboración esforzada a la causa mayor de la paz. En las familias, en los centros de estudio y de trabajo, en los grupos cristianos y sociales, en los espacios de ocio, prestad vuestra ayuda, que de cara al futuro es garantía y estímulo de nuestra esperanza. Hagamos entre todos, vosotros jóvenes y nosotros adultos, una sociedad más pacificada, más serena y más digna de toda persona. ¡Recorramos juntos los caminos que conducen a la paz!

- Deseamos que el mensaje de esta concentración resuene también en cada una de las comunidades cristianas de la diócesis. Es una buena oportunidad la celebración del domingo. Jesucristo, presente en la Eucaristía, que es el memorial de su muerte y resurrección, nos dice: “La paz os dejo, mi paz os doy”; los participantes intercambiamos esta paz a través de un gesto expresivo; y que la paz recibida y compartida nos convierta en instrumento de paz en los lugares donde discurra nuestra vida.

- Queridos amigos y amigas, pedimos que sobre todos nosotros descienda la bienaventuranza del Evangelio: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán hijos de Dios” (Mt 5,9).

Bilbao, 3 de febrero de 2007

Mons. Ricardo Blázquez Obispo de Bilbao

Mons. Carmelo Echenagusía Obispo Auxiliar de Bilbao

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