Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Palabras de ánimo

20-Marzo-2007    Atrio
    Cuando se nubla el cielo y arrecia el invierno eclesial, hacen bien palabras como las del insigne jubilado cardenal Martini. Da ánimos a sus antiguos diocesanos al cumplir los 80 años y muestra cómo debería ser el lenguaje de la Jerarquía.

PERO YO OS “DIGO” (“DICO” en italiano): DESDE JERUSALEN LAS PALABRAS DEL CARDENAL MARTINI A LA IGLESIA ITALIANA

33806. JERUSALEN-ADISTA.

Ni la distancia, ni la edad, ni la enfermedad han debilitado su voz: también desde Jerusalén, el cardenal Carlo Maria Martini habla a la Iglesia italiana y ofrece un punto de la referencia a cuantos no se reconocen a sí mismos en el estilo impreso a la Cei por el cardenal Camillo Ruini, en la espera de las primeras tomas de posición de su sucesor, monseño Angelo Bagnasco. La ocasión es la “peregrinación” que 1300 fieles de la arcidiócesis de Milán, guiados por su obispo el cardenal Dionigi Tettamanzi, han llevado a cabo en la Tierra santa para ir a celebrar los 80 años de Martini. Y durante una misa celebrada en la Basílica de la Natividad de Belén, el cardenal (como refiere la República y el Corriere de la Sera del 16/3) intervino, en términos como siempre no expresos pero claros, en la polémica sobre el poyecto de ley DICO (sobre parejads de hecho) y las iniciativas promovidas por la CEI (Conferencia Espiopal Italiana) para pararla.

Estas son las palabras de Martini: “Es una gran tarea que debemos desarrollar, por lo que ruego diariamente: que nos sea dado, también a Iglesia italiana, el don de decir lo que las personas entienden: no una orden del alto que es necesario aceptar porque está allí, porque está mandado, sino como algo que tiene una razón, un sentido, que dice algo a alguien. .”.. “Es necesario hacerse entender escuchando antes que nada a las personas”, agrega, “sus necesidades, problemas, sufrimientos, dejando que reboten en el corazón y que resuenen después en lo que decimos, para que nuestras palabras no caigan como desde lo alto, de una teoría, sino que sean recibidas en lo que la gente siente y vive, en la verdad de la experiencia, y lleven la luz del Evangelio”.

La familia, el cardenal ya lo había indicado en las pasadas semanas, debe ser “promovida” más que “defendida”. Y Martini recuerda también su discurso sobre la familia en la víspera de San Ambrosio del 2000 (V. Adista N. 1/01), en que había confirmado que “en el vértice de nuestras preocupaciones debe encontrarse la determinación de apoyar positivamente y promover las familias en el sentido verdadero, no la de penalizar las uniones del hecho” y advirtía que “es importante no dejarse dominar por el pánico, por la sensación de asedio o por recriminaciones sin fruto”. La familia, repite hoy, “es una institución que tiene una fuerza intrínseca, la fuerza no le viene del exterior y de quién sabe dónde. Es necesario que esta fuerza sea puesta de relieve, que la gente la desee, la ame y se sacrifique por ella”.

En cuanto a los problemas de la Iglesia frente a la modernidad, Martini preciso que “la modernidad no es algo abstracto. En verdad nosotros estamos dentro de ella, cada uno de nosostros es moderno si vive auténticamente lo que vive. No es un asunto de tiempos. El problema es hacerse realmente presente a las situaciones en las que se vive, estar a la escucha, dejar resonar las palabras del otro dentro de sí mismo y valorarlas a la luz del Evangelio”. No es el caso de vivir entre constantes temores y recriminaciones: “Durante la homilia he hablado de las comunidades que demasiado a menudo quedan prisionesras de sus lamentaciones. El Señor quiere que miremos a la vida con gratitud, reconocimiento, confianza, viendo los caminos que se abren ante nosotros. Cuándo yo iba a las parroquias en Milán, encontraba siempre quien se quejaba de lo que faltaba, de la falta de de jóvenes. Y yo decía que había que dar gracias Dios para los beneficios recibidos, no por lo que nos falta. Decía que la fe, en una situación tan secularizada, es ya un milagro. Es necesario partir de las cosas buenas que tenemos y ampliarlas. La lista de las cosas que faltan es interminable. Y los planes pastorales que parte de la lista de lagunas están destinados a promover frustraciones y no esperanzas”. (A. S.)

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