Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Recordando a Tarancón

30-Abril-2007    Ovidio Fuentes

Se está preparando el I Centenario del nacimiento del Cardenal Tarancón (Burriana 14 de Mayo de 1907 ). Con este motivo ya ha celebrado Mons. Rouco una misa en Burriana, el 29 de Abril, rodeado de algunos obispos y 700 fieles paisanos del Cardenal.

Cabe el peligro en estos días (por el estilo de las noticias dadas en los periódicos el 30-04-07) de dar una imagen edulcorada y no transmitir fielmente lo que supuso el Cardenal en la España de los años 50 hasta 1983, en que presentó su renuncia.

Hoy nos limitamos a presentar unos cuantos textos, entresacados de dos intervenciones suyas que hicieron historia: la pastoral “El pan nuestro de cada día” de 1950 (todavía había cartillas de racionamiento) y la homilía con motivo de la Coronación del Rey Juan Carlos I en 1975.

Hablan por sí mismos. Al mismo tiempo os invitamos a leer los documentos completos o por lo meos este resumen que sigue:

1- Pastoral El pan nuestro de cada día

    En marzo de 1950, siendo obispo de Solsona, publica la carta pastoral “El pan nuestro de cada día”, que sería programática para toda su vida. Fue un espaldarazo para la naciente HOAC y su periódico “Tú” produjo una especie de “destierro episcopal” en Solsona, por su oposición al rñegimen, que duró 18 años

No podemos callar… No nos apartamos de la línea de conducta del Maestro cuando lanzamos nuestro anatema contra todos aquellos que sean culpables de que a los obreros y a los pobres les falte lo necesario para vivir. (…) Queremos que vean que el corazón de su Obispo compadece sus angustias y que la voz de su Obispo se levanta, valiente y decidida, para defender su causa. (…)

No es nuestro propósito estudiar este problema en su aspecto técnico y económico, ya que este aspecto escapa a nuestro ministerio episcopal… Ni pretendemos hacer literatura fácil y demagógica, cosa muy sencilla por cierto, para excitar las pasiones; lo cual sería impropio de un Obispo de la Iglesia y aun de toda persona honrada…

Los alimentos de primera necesidad no se racionan en cantidad suficiente ni con mucho, para atender a las necesidades de las familias. Y aunque a precios elevados no resulte difícil encontrar pan en abundancia y los demás alimentos, los obreros, los empleados, casi todos los que viven de un jornal o de una nómina, no pueden adquirir esos alimentos a los precios exorbitantes a que los ha puesto el egoísmo de muchos.

A nadie podía extrañar que al salir de la guerra tuviésemos que sufrir una serie de privaciones que eran consecuencia necesaria de la misma. (…) Pero han pasado más de diez años desde entonces
Durante estos diez años son bastantes los que se han aprovechado de la escasez para hacer grandes negocios. Algunos no han sabido utilizar los resortes que la autoridad ponía en sus manos para evitar esos males, cuando no los han agravado con su conducta… El remedio está en el reinado de la sinceridad, de la honradez, de la justicia, de la caridad…

El ejemplo de los de arriba tiene una influencia extraordinaria en la sociedad. Y éste es el primer paso, quizá el más importante, que se ha de dar con decisión y energía para solucionar el problema. Todos los que ejercen algún cargo o tienen alguna responsabilidad o alguna preeminencia social deben dar ejemplo de austeridad, de honradez, de espíritu de justicia y caridad. Porque ¿con qué derecho y, sobre todo, con qué fuerza van a imponer y van a exigir a los demás la austeridad y la honradez si ellos no las practican? …es evidente que el fin propio y peculiar de la autoridad civil es procurar el bienestar material y social de sus súbditos.

El Estado tiene un fin natural y humano; la Iglesia tiene un fin sobrenatural. El Estado ha de procurar el bien temporal de sus súbditos, la Iglesia el bien eterno. Y así como sería desordenado que la Iglesia buscase tan sólo el bienestar material de sus fieles, olvidándose de su finalidad sobrenatural y religiosa aunque con ello hiciese un bien humanamente a sus súbditos, así también sería desordenado que el Estado atendiese preferentemente al bien religioso de sus súbditos, descuidando y olvidándose de su bienestar material y humano que por su misma naturaleza le corresponde.

Por eso la autoridad civil no puede cruzarse de brazos ante esa realidad angustiosa que aflige a una parte de la sociedad, ni puede dejarse vencer por las dificultades que opongan la malicia y el egoísmo de los hombres al cumplimiento de esta sacratísima misión. (…)

No pretendemos censurar ninguna conducta concreta ni poner ninguna dificultad a los que tienen la misión de solucionar estos problemas materiales. Pretendemos, por el contrario, colaborar sinceramente con ellos para que pueda buscarse y encontrarse esta solución. Y estamos convencidos de que es una labor constructiva, en el aspecto religioso, en el aspecto social y aun en el aspecto político, entendiendo esta palabra «político» en su verdadero y altísimo significado, la que realizamos al escribir esta carta pastoral.

No nos hemos propuesto complacer a nadie ni mendigar la gratitud de los hombres.

2.- Homilía con ocasión de la Coronación del Rey, el 27 de Noviembre de 1975

…será necesaria la colaboración de todos, la prudencia de todos, el talento y la decisión de todos para … el camino de la paz, del progreso, de la libertad y del respeto mutuo que todos deseamos.

Ese mensaje de Cristo… no patrocina ni impone un determinado modelo de sociedad. La fe cristiana no es una ideología política ni puede ser identificada con ninguna de ellas, dado que ningún sistema social o político puede agotar toda la riqueza del Evangelio ni pertenece a la misión de la Iglesia presentar opciones o soluciones concretas de Gobierno en los campos temporales de las ciencias sociales, económicas o políticas. La Iglesia no patrocina ninguna forma ni ideología política y si alguien utiliza su nombre para cubrir sus banderías, está usurpándolo manifiestamente.

La Iglesia nunca determinará qué autoridades deben gobernarnos, pero sí exigirá a todas que estén al servicio de la comunidad entera; que protejan y promuevan el ejercicio de la adecuada libertad de todos y la necesaria participación común en los problemas comunes y en las decisiones de gobierno; que tengan la justicia como meta y como norma, y que caminen decididamente hacia una equitativa distribución de los bienes de la tierra. Todo esto, que es consecuencia del Evangelio, la Iglesia lo predicará, y lo gritará si es necesario, por fidelidad a ese Evangelio y por fidelidad a la Patria en la que realiza su misión.

…la Iglesia asegura, con igual energía, la obediencia de los ciudadanos, a quienes enseña el deber moral de apoyar a la autoridad legítima en todo lo que se ordena al bien común.

Para cumplir su misión la Iglesia no pide ningún tipo de privilegio. Pide que se le reconozca la libertad que proclama para todos; pide el derecho a predicar el Evangelio entero, incluso cuando su predicación pueda resultar crítica para la sociedad concreta en que se anuncia; pide una libertad que no es concesión discernible o situación pactable, sino el ejercicio de un derecho inviolable de todo hombre. Sabe la Iglesia que la predicación de este Evangelio puede y debe resultar molesta para los egoístas; pero que siempre será benéfica para los intereses del país y la comunidad. Éste es el gran regalo que la Iglesia puede ofreceros.

Pido también, que, si, .. hay algunos privilegiados, sean los que más lo necesitan: los pobres, los ignorantes, los despreciados: aquellos a quienes nadie parece amar.

Ojalá pueda un día decirse que Vuestro reino ha imitado, aunque sea en la modesta escala de las posibilidades humanas, aquellas cinco palabras con las que la liturgia define el infinitamente más alto Reino de Cristo: Reino de Verdad y de vida, Reino de justicia, de amor y de paz.

Que reine la verdad en nuestra España, que la mentira no invada nunca nuestras instituciones, que la adulación no entre en vuestra casa, que la hipocresía no manche nuestras relaciones humanas. Que sea el Vuestro un reino de justicia en el que quepan todos sin discriminaciones, sin favoritismos, sometidos todos al imperio de la ley y puesta siempre la ley al servicio de la comunidad.

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