Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

¿Cristianos sin Iglesia?

29-Mayo-2007    Atrio

No es una pregunta teórica. Es una realidad que está creciendo entre nosotros. La revista FRONTERA se enfrenta a ella en el número 42 cuya síntesis presentamos para que pueda ser debatido también en ATRIO.

La modernidad ha introducido un radical cambio respecto a la toma de conciencia de la autonomía del individuo en la sociedad de que forma parte: aude sapere, atrévete a pensar y a decidir acerca del sentido de la vida y la búsqueda de la felicidad tanto en el plano de la convivencia social como en la vida religiosa de las comunidades.

La osadía de pensar ha llevado al desamparo a muchos creyentes que, no sintonizando con la institución eclesial (¿o habría que decir “eclesiástica”?), sienten la tentación de vivir un “cristianismo sin Iglesia”. Para aportar alguna luz sobre ello se ha programado el presente número de FRONTERA.

En un primer artículo Izaskun Sáez de la Fuente Aldama describe la tipología, causas y retos de semejante fenómeno, apuntando a una ekklesia de las mujeres como un nuevo sistema de relaciones simétricas e igualitarias cuando una mutación de paradigma viene provocando en España un espectacular proceso de desinstitucionalización de lo religioso.

A su vez, Juan José Tamayo se pregunta –y responde– si acaso hay continuidad entre Jesús de Nazaret y las iglesias cristianas, siempre necesitadas de reforma como se pone de manifiesto en el clarificador recorrido por la historia que propone el autor.

Pero el artículo que Frontera ofrece en abierto en Internet es el de Luis Briones, La compleja pertenencia eclesial. Este artículo parte de cinco monografías donde se exponen situaciones de conflicto en la Iglesia y cómo las viven sus distintos protagonistas. Estos son tanto personas individuales como grupos. Cuentan sus conflictos, sus expulsiones de la Iglesia y sus tentaciones cismáticas con toda sinceridad. Luis Briones, párroco en un barrio de Córdoba, se siente interpelado por estos testimonios que comenta. Pero, a partir de ellos, evoca su propia experiencia y postura personal, razonada en profundidad vivencial y teológica, invitando a que los lectores se atrevan también ellos y ellas a “pensar”… y a meditar sobre su pertenencia a la Iglesia.

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