Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Mensaje desde Aparecida

31-Mayo-2007    Atrio
    Hoy se ha clausurado la V Conferencia del CELAM en Aparecida que fue inaugurada el 13 de mayo por el Papa. De forma solemne se ha leido el mensaje final “a los pueblos de América Latina y el Caribe”. El texto completo puede ser oído (descarga en MP3) y leido en la página web del CELAM. Reproducimos a continuación el saludo inicial, el esquema y los compromisos finales.

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MENSAJE DE LA V CONFERENCIA GENERAL A LOS PUEBLOS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Reunidos en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida en Brasil, saludamos en el amor del Señor a todo el Pueblo de Dios y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Del 13 al 31 de mayo de 2007, estuvimos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, inaugurada con la presencia y la palabra del Santo Padre Benedicto XVI.

En nuestros trabajos, realizados en ambiente de ferviente oración, fraternidad y comunión afectiva, hemos buscado dar continuidad al camino de renovación recorrido por la Iglesia católica desde el Concilio Vaticano II y en las anteriores cuatro Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

Al terminar esta V Conferencia les anunciamos que hemos asumido el desafío de trabajar para darle un nuevo impulso y vigor a nuestra misión en y desde América Latina y el Caribe.

1. Jesús Camino, Verdad y Vida“ Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida ” (Jn 14,6)

2. Llamados al seguimiento de Jesús
“ Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él ” (Jn 1,39)

3. El discipulado misionero en la pastoral de la Iglesia“ Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos ” (Mt 28,19)

Constatamos cómo el camino del discipulado misionero es fuente de renovación de nuestra pastoral en el Continente y nuevo punto de partida para la Nueva Evangelización de nuestros pueblos.

  • Una Iglesia que se hace discípula
  • Una Iglesia formadora de discípulos y discípulas

4. Discipulado misionero al servicio de la vida
“ Yo he venido para tengan vida y la tengan en abundancia ” (Jn 10,10).

  • En fidelidad al mandato misionero
  • Como fermento en la masa
  • Servidores de la mesa compartida
    Las agudas diferencias entre ricos y pobres nos invitan a trabajar con mayor empeño en ser discípulos que saben compartir la mesa de la vida, mesa de todos los hijos e hijas del Padre, mesa abierta, incluyente, en la que no falte nadie. Por eso reafirmamos nuestra opción preferencial y evangélica por los pobres.

    Nos comprometemos a defender a los más débiles, especialmente a los niños, enfermos, discapacitados, jóvenes en situaciones de riesgo, ancianos, presos, migrantes. Velamos por el respeto al derecho que tienen los pueblos de defender y promover “los valores subyacentes en todos los estratos sociales, especialmente en los pueblos indígenas” (Benedicto XVI, Discurso Guarulhos No.4). Queremos contribuir para garantizar condiciones de vida digna: salud, alimentación, educación, vivienda y trabajo para todos.

    La fidelidad a Jesús nos exige combatir los males que dañan o destruyen la vida, como el aborto, las guerras, el secuestro, la violencia armada, el terrorismo, la explotación sexual y el narcotráfico.

    Invitamos a todos los dirigentes de nuestras naciones a defender la verdad y a velar por el inviolable y sagrado derecho a la vida y la dignidad de la persona humana, desde su concepción hasta su muerte natural.

    Ponemos a disposición de nuestros países los esfuerzos pastorales de la Iglesia para aportar en la promoción de una cultura de la honestidad que subsane la raíz de las diversas formas de violencia, enriquecimiento ilícito y corrupción.

    En coherencia con el proyecto del Padre creador, convocamos a todas las fuerzas vivas de la sociedad para cuidar nuestra casa común, la tierra, amenazada de destrucción. Queremos favorecer un desarrollo humano y sostenible basado en la justa distribución de las riquezas y la comunión de los bienes entre todos los pueblos.

5. Hacia un continente de la vida, del amor y de la paz “En esto todos conocerán que son discípulos míos” (Jn 13,35)

Nosotros, participantes en la V Conferencia General en Aparecida, y junto con toda la Iglesia “comunidad de amor”, queremos abrazar a todo el continente para transmitirles el amor de Dios y el nuestro. Deseamos que este abrazo alcance también al mundo entero.

Al terminar la Conferencia de Aparecida, en el vigor del Espíritu Santo, convocamos a todos nuestros hermanos y hermanas, para que, unidos, con entusiasmo realicemos la Gran Misión Continental. Será un nuevo Pentecostés que nos impulse a ir, de manera especial, en búsqueda de los católicos alejados y de los que poco o nada conocen a Jesucristo, para que formemos con alegría la comunidad de amor de nuestro Padre Dios. Misión que debe llegar a todos, ser permanente y profunda.

Con el fuego del Espíritu Santo, avancemos construyendo con esperanza nuestra historia de salvación en el camino de la evangelización, teniendo en torno nuestro a tantos testigos (cf. Hb 12,1), que son los mártires, santos y beatos de nuestro continente. Con su testimonio nos han mostrado que la fidelidad vale la pena y es posible hasta el final.

Unidos a todo el pueblo orante, confiamos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, primera discípula y misionera al servicio de la vida, del amor y de la paz, invocada bajo los títulos de Nuestra Señora Aparecida y de Nuestra Señora de Guadalupe, el nuevo impulso que brota a partir de hoy en toda América Latina y el Caribe, bajo el soplo del nuevo Pentecostés para nuestra Iglesia a partir de esta V Conferencia que aquí hemos celebrado.

En Medellín y en Puebla terminamos diciendo “CREEMOS”. En Aparecida, como lo hicimos en Santo Domingo, proclamamos con todas nuestras fuerzas: CREEMOS Y ESPERAMOS.

  • Esperamos…
    • Ser una Iglesia viva, fiel y creíble que se alimenta en la Palabra de Dios y en la Eucaristía..

      Vivir nuestro ser cristiano con alegría y convicción como discípulos-misioneros de Jesucristo.

      Formar comunidades vivas que alimenten la fe e impulsen la acción misionera.

      Valorar las diversas organizaciones eclesiales en espíritu de comunión.

      Promover un laicado maduro, corresponsable con la misión de anunciar y hacer visible el Reino de Dios.

      Impulsar la participación activa de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.

      Mantener con renovado esfuerzo nuestra opción preferencial y evangélica por los pobres.

      Acompañar a los jóvenes en su formación y búsqueda de identidad, vocación y misión, renovando nuestra opción por ellos.

      Trabajar con todas las personas de buena voluntad en la construcción del Reino.

      Fortalecer con audacia la pastoral de la familia y de la vida.

      Valorar y respetar nuestros pueblos indígenas y afrodescendientes.

      Avanzar en el diálogo ecuménico “para que todos sean uno”, como también en el diálogo interreligioso.

      Hacer de este continente un modelo de reconciliación, de justicia y de paz.

      Cuidar la creación, casa de todos en fidelidad al proyecto de Dios.

      Colaborar en la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe.

      ¡Que este Continente de la esperanza también sea el Continente del amor, de la vida y de la paz!

    Aparecida – Brasil, 29 de Mayo de 2007

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