Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

El joven sacerdote y el ministro

05-Junio-2007    Antonio Duato

Cuando el católico viceprimer ministro del Gobierno de Sadam, Tarek Aziz, visitó el Vaticano el 15 de febrero de 2003, un mes antes del ataque americano, el joven sacerdote irakí Ragheed Ganni estaba aún acabando en Roma sus estudios.

Seguramente conocería a Tarek (que hoy se pudre en una cárcel sin juicio), hablaría con él y le creería como católico y como ministro que su gobierno no tenía armas de destrucción masiva, a pesar de los crímenes que hubiera podido cometer Sadam contra kurdos y chiíes en el tiempo que EE.UU. le daba armas y le encomendaba hacer frente a separatismos y fundamentalismos.

Pero al acabar el curso, invadido y destruído ya Irak, , el joven sacerdote quiso volver a su país y colaborar en la reconstrucción de su pueblo. Desde allí, en sus crónicas a la agencia Asia News fue contando el progresivo empeoramiento de la situación y previendo el triste fin que llegó el domingo pasado poco después de celebrar la misma en su Iglesia del Espíritu Santo. Lo cuenta Sandro Magister en Chiesa, reproduciendo una semblanza que de las víctimas de este ataque a una parroquia católica hace Asia News.

Vale la pena seguir hasta el final el enlace de Chiesa. Es conmovedora la historia y la sonrisa de este joven sacerdote.

Pero yo me pregunto. ¿Cómo ha podido surgir este odio a la fe cristiana en un país en el que hasta poco tiempo podía verse en un gobierno laico convivir a un ministro católico como Tarik con otros sunitas y chiítas? ¿Como se ha podido llegar de aquella suposición –“créanme: Sadam tiene armas de destrucción masiva”– a tamaño desastre y a tragedias como la de Ragheed y los tres subdiáconos que estaban con él? Si lo consideramos, tal vez con razón, mártir cristiano habrá que preguntarse: ¿quién detonó la espoleta que le produjo la muerte?

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