Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

Nuevos paradigmas

14-Junio-2007    Atrio
    El presente artículo de Dico Lebin (presudónimo literario de un entrañable amigo) apareció en la revistilla “Nihil Obstat” de la Asociación ¡AU! de Valencia, un grupo muy unido desde el principio a ATRIO. Tanto el autor como la revista nos autorizan a someter este texto a la opinión de quienes en este portal buscan un “lugar de encuentro…”.

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    Nuevos paradigmas
    Por Dico Lebin

    Nihil Obstat, nº 30 (nihilobstat01@hotmail.com)

Poniéndonos de acuerdo en que paradigma es la imagen mental subconsciente en que nos apoyamos para pensar o explicarnos, paso a contar una anécdota. He llegado al hábito de partir de una anécdota, elevarla a categoría y de ahí extraer ideas que son conclusiones o desarrollo de la categoría.

La anécdota: Es día 1 de noviembre de 2006, día de Todos Santos. En mi pueblo ese día se celebra la Misa en el cementerio. Me quedo en casa por cuestiones de salud. Mi hijo mayor, Nicolás, y mi nuera, Consue, se llevan a Misa a sus dos hijos mellizos, Pablo y Diego, que dos días antes han cumplido 2 años. Al terminar la Misa cogen a los niños en brazos y visitan la tumba de un amigo común, coordinador del Grupo Scout, fallecido a los 24 años. Ante la foto, Diego pregunta:
- ¿Quién es? –señala la foto del amigo
- Es Pepe, nuestro amigo
- ¿Y ese quién es?- pregunta Pablo señalando a la foto del nicho de al lado.
- Es el papá de Pepe que también se llama Pepe
Los niños pesan ya lo suyo y los bajan para que caminen cogidos de la mano de los papás. El cementerio está lleno de gente, que van de aquí para allá. Al volver a casa, pregunto a Pablo:
- Has estado en el cementerio, ¿qué hay en el cementerio?
- Iaio, el cementerio es Pepes, flores y muchas piernas, muchas, muchas.

El paradigma del niño es: la realidad es una cosa y otra y otra.

Aunque parezca mentira, este paradigma de la realidad duró muchísimo tiempo, hasta que Newton vio que entre esas cosas existe una relación mutua de una manera tan constante que obedecían a unas leyes: si conocemos las leyes de relación entre las cosas, conoceremos la esencia de la realidad. El paradigma es la imagen del reloj: el reloj, compuesto de piezas perfectas funciona perfectamente, cuando sus relaciones cumplen la ley de relación. Este paradigma de pensamiento funciona hoy todavía en la mayoría de mentes y en muchas ciencias, como la medicina, y todo lo que se ha diversificado en especialidades, claro que enriquecido con la aportación de Descartes, para quien la realidad consta de res cogitans y res extensa, es decir, mente y materia física, que en el fondo funcionan y se relacionan como las piezas del reloj.

Pero llegó Einstein y los físicos de la Física cuántica y lo complicaron todo: la realidad única es la energía en determinado grado de vibración. Tanto la res cogitans como la res extensa son energía en una vibración más o menos densa. Y de ahí concluyeron que todo es en cierto modo mente y todo es materia que existe como materia física o como materia sutil: materia astral, materia mental, materia causal, materia espiritual o almas. Las personas tenemos todas esas clases de materia y somos alma: el espíritu no es más que energía en vibración muy, muy rápida. El paradigma subyacente a esta visión de la realidad es el organismo vivo, cuyos componentes son, cada uno de ellos, resumen de toda la realidad, más aún, micro-realidades en que cada una de ellas contiene el todo. La materia en cualquiera de sus grados, físico o sutil, no es sino un baile de partículas subatómicas en una infinita danza de variaciones. ¡Qué ironía para los materialistas!. La materia tal como la tocan, la ven y la manejan va y no existe, como el espacio y el tiempo tampoco existen como realidades objetivas. Y los espiritualistas se encuentran que el mayor milagro es que un vaso lo siga siendo durante un segundo y que un organismo funcione un segundo.

La dualidad espacio-tiempo es una cualidad de la densa vibración de lo llamado físico. Einstein dijo que la cantidad de materia de su cuerpo – era grande – cabía en la cabeza de un alfiler.
El paradigma subyacente a la totalidad de los Universos es el holograma orgánico: un gráfico o imagen en que cada parte contiene el todo y el Todo contiene a todas las partes. Las llamitas del hornillo de gas son todas diferentes manifestaciones del mismo gas. Tu y yo igualmente somos complementarias manifestaciones del Uno, único existente: totalidad y continente de todas las vibraciones existentes y por tanto con todas sus cualidades. Cada parte contiene el Todo con sus funciones y relaciones. Al Todo le llamamos Dios y nosotros, todos somos dioses y somos vida y conciencia en determinado grado, desde la roca hasta los ángeles.

Por si era poco, la Medicina moderna descubre que todas las células de un cuerpo cumplen las funciones de todo el cuerpo, incluida la función pensante y consciente, todas las células piensan y sienten y aman: nacen, se desarrollan y mueren. De ahí el uso de las células madres. Nuestro cuerpo en 7 años es otro. Morir no significa desaparecer. La energía ni se crea ni se destruye, es eterna en el eterno ahora, no tiene principio ni fin. Somos eternos hacia atrás y hacia delante… Lo que hoy son átomos en mi cuerpo, mañana son átomos de una roca, una planta, un animal o una estrella. Todo es uno en un eterno baile de partículas.

En 1920 Lovelock, científico inglés, premio Nobel de física en los años 90, presentó en un congreso la teoría Gaia en la que descubre que la Tierra es un organismo vivo, por eso de ella nace la vida. Esa vida está en contínuo perfeccionamiento o evolución. La teoría de Darwin es cierta, pero miope. Darwin habla de una evolución en que los individuos adaptados sobreviven y hacen perdurar la especie. Sin embargo olvida que la Tierra es un ser vivo y tiene también su sentido escatológico. La supervivencia es un grado. Nosotros no sólo estamos en la Tierra, sino que somos la Tierra y “la Naturaleza toda sufre dolores de parto en espera de la Manifestación de los hijos de Dios”(San Pablo) Nosotros somos las células de la Tierra que le darán su sentido de salvación. Somos las células conscientes de la Tierra y nuestra venida a este mundo no tiene más finalidad que aumentar la vibración de la Tierra hasta hacerla conscientemente divina. Eso es lo que nos enseñó Teilhard de Chardin y lo que el Vaticano le prohibió decir.

Esto es tan serio, que en el momento uno entra en esta visión con sus paradigmas, al punto se le derrumban todos los dualismos de oposición: vivo-inerte, sagrado-profano, fuera-dentro, espíritu-materia, arriba-abajo etc.,etc.

Todo es Uno en distinta manifestación por el grado de vibración. Las contradicciones del loco mundo de hoy vienen, porque incorporamos los hitos del progreso y seguimos pensando con paradigmas de Newton. La organización de nuestra sociedad no es ajena a ello. También los sociólogos han de meditar en las leyes dadas por Hermes Trismegisto, cuya primera Ley dice: “como es abajo, así es arriba; como es arriba, así es abajo”. Es decir: el universo, los átomos, la economía, la sociedad, la familia, las comunidades todas están regidas por una misma ley de vida progresista: crecer en la manifestación de la conciencia.

Termino haciendo una alusión al sabio actual nacido en la India Deepack Chopra: La medicina que estudia lo mental sabe que la evolución darwiniana ha terminado: Las especies distintas irán desapareciendo poco a poco. La evolución que hoy está dándose en la Realidad profunda es una Evolución de la Conciencia en todos los planetas y mundos de otras galaxias.

¡Qué ironía para los espirituales: todo esto lo dijeron las más antiguas religiones y filósofos orientales y está oculto en muchísimos textos neotestamentarios. El miedo de la Iglesia inventando fantasmas de animismos y panteísmos nos ha eclipsado la visión de la Realidad

Dico Lebin, abril de 2007

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