Lugar de Encuentro de lo sagrado y lo profano

La venganza del cristiano

24-Octubre-2007    Antonio Duato

“Os pido que me venguéis con la venganza del cristiano: devolviéndoles mucho bien a quienes han intentado hacerme mal”. Agradezco a Javier Valiente, delegado de comunicación de las salesianos de Madrid, que nos haya dado a conocer la semblanza y dos cartas impresionantes de uno de los que van a ser beatificados el día 28 en Roma.

No cabe duda de la entereza cristiana con que vivió sus últimas horas Bartolomé Blanco Márquez, cooperador salesiano de 22 años, ejecutado en 1936 por sentencia de un juicio sumarísimo, seguramente militar. La sentencia fue el 29 de setiembre y la ejecución el 2 de octubre. No fue uno de esos asesinatos realizados por fanáticos anticlericales en los primeros días tras la sublevación. Se le permitió, según dice, escribir esas cartas de despedida y encargar los servicios de un funcionario que se pondría después en contacto con la familia.

Junto a muchos detalles de su vida sacados del Summarium super martyrio, la delegación salesiana de comunicación no nos informa de los cargos en el juicio y de la condena. Como estaba haciendo el servicio militar en Cádiz, yo me imagino que se le aplicaría el código militar que impone esa pena en tiempo de guerra a quien deserte o rechace incorporarse al ejército legítimo de la nación.

La vivencia cristiana de esta víctima indirecta de la sublevación militar es indudable, sobre todo por ese deseo de perdón y de devolver bien por mal. Sus cartas nos recuerdan las que desde la cárcel escribía el teólogo Bonhoeffer que también escribía a su novia y que tomó una decisión muy personal de participar en un complot contra Hítler, en contra de la actitud más acomodada de su Iglesia. Sólo que las causas por las que morían y las connotaciones ideológicas con que vivía su fe Bonhoeffer eran diametralmente opuestas a la ideología nacionalcatólica con que seguramente Benjamín Blanco, como muchos otros y la Iglesia oficial, identificaba la causa de Jesús con la sublevación del General Franco. Su resistencia a incorporarse el ejército republicano (donde había no pocos cristianos que entendieron la guerra de forma diferente) como una resistencia a renunciar a la fe cristiana.

Subjetivamente fue un mártir. Pero mientras no se me pruebe mejor -estoy abierto a publicar actas y documentos judiciales sobre el caso- no creo que muriese por “odio a la fe”. Fue por tanto más víctima que mártir. Siendo tan admirables sus sentimientos -ojalá los vencedores que se proclamaban cristianos hubiesen cumplido su recomendación de perdón y bondad total- su beatificación tiene por tanto un contexto ideológico, que sigue interpretando la guerra civil como una guerra religiosa, con una parte que perseguía al cristianismo y otra que moría por defenderlo.

De cualquier forma, es mucho mejor la forma de comunicación sobre este tema que tienen los salesianos, destacando figuras limpias y cristianas como Bartolomé que pedían devolver bien por mal, que la agresividad contra la ley de memoria histórica y el gobierno socialista que lucen otras líneas de comunicación jerárquica.

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